lunes, 31 de marzo de 2025

Trampantojo

El otro día llovía en Aranjuez, y mi mujer y yo, caminando bajo el paraguas, charlábamos. Mientras lo hacíamos, yo miraba distraídamente al frente, pero poco a poco me sentí extraño. Noté que algo no cuadraba en lo que estaba viendo y me costó un rato entender qué era. Me quedé parado, sin cruzar la calle, mirando un balcón que he visto mil veces.

Ese balcón... ¿Qué le pasaba a ese balcón?

jueves, 13 de marzo de 2025

Elegí un mal día

En la película Airplane! (en España Aterriza como puedas), de 1980, hay un Boeing 707 con muy serios problemas para aterrizar, lo que pone a prueba a todo el personal del aeropuerto, especialmente al supervisor de la torre de control, Steve McCroskey (interpretado por Lloyd Bridges). Es un hombre templado, pero aun así se preocupa porque va a soportar una terrible carga de estrés. Ante la que se le viene encima dice: "Elegí un mal día para dejar de fumar", y fuma pensando que ya encontrará un mejor momento para dejarlo de verdad cuando se pase todo esto. Las horas transcurren y la tensión crece; entonces aumenta su declaración: "Elegí un mal día para dejar de beber"; y bebe. Más adelante: "Elegí un mal día para dejar de tomar tranquilizantes"; y se toma uno. Y ya después: "Elegí un mal día para dejar de oler pegamento"; y lo esnifa.

Pues así estoy yo ahora: Elegí un mal día para jubilarme.

lunes, 3 de marzo de 2025

El cuerpo

Llevamos unas cuantas décadas viviendo un urbanismo loco, unas ciudades hostiles que nos expulsan a los extrarradios cada vez más lejanos, y, en ellos, unos pueblos que lo eran y que ahora ya ni son pueblo ni son ciudad, sino unos inmensos aparcamientos de personas.

En la ciudad siempre ha habido barrios ricos y barrios pobres, pero desde hace años es sencillamente imposible que los menos pudientes puedan vivir en ellas; en ningún barrio. Los que eran menos boyantes se han ido empijando y ahora da gusto: Donde estaba el Bar Manolo hay ahora un laboratorio gastronómico que expende unas tostadas hechas con harinas de cereales que no has oído en tu vida y rociadas con espuma de albahaca. Nos han gentrificado a nosotros mismos de las calles de nuestros padres y nos han expulsado a cuarenta kilómetros de distancia, a unos lugares que han crecido metastásicamente: no hay más que ver los absurdos nombres de sus calles, debidos a la velocidad y a la falta de motivos.

Vivimos en unos extrarradios cada vez más remotos y también más abstractos. Y dependemos del tren de cercanías, del autobús interurbano o del coche para todo.