Acabo de terminar de leer este libro que vio la luz hace justo un siglo(1):
Confieso con mucha vergüenza que lo debería haber leído hace treinta y tantos años, cuando hice mi tesis doctoral. Entonces lo picoteé ligera y egoístamente buscando perentoriamente las dos o tres cosas que me interesaban y no le hice el caso que merecía. Y ahora voy a elucubrar si merece caso: quizá no lo mereció nunca, ni siquiera cuando fue publicado, porque ya nació anacrónico. No obstante ha habido algo que me ha sacudido, y por eso lo traigo.