lunes, 29 de noviembre de 2021

Reconstruir

Hace unos días hablaba con unos amigos sobre la conveniencia o no de reconstruir las obras perdidas de la arquitectura.

¿Sería bueno reconstruir "La Pagoda" de Madrid o el Hotel Imperial de Tokio? Yo creo que no. Habría sido necesario haberlos preservado y defendido, pero una vez que dejaron de existir no tiene sentido volver a hacerlos. ¿Serían iguales? ¿Dirían lo mismo? Sin sus autores dirigiendo la obra, sin los clientes originales opinando e interviniendo, sin los métodos constructivos ni las demás circunstancias de su época sería imposible. Cada obra, como cada persona, es fruto de su circunstancia, y los clones póstumos no son la obra.

Sobre el pabellón alemán de la exposición de Barcelona de 1929 y su reconstrucción de 1986 han corrido ríos de tinta y miríadas de píxeles, y lo seguirán haciendo. La operación, nostálgica y evocadora, hermosa y reconfortante, nos alivia y nos anima, pero tiene mucho de discutible, algo de traidora y todo de imposible.

En otros sitios no se hacen reconstrucciones in situ de obras perdidas, sino meras réplicas injustificables y absurdas: En Zhengzhou (China) construyeron una de la iglesia de Notre Dame du Haut, de Ronchamp (Francia). Era igual pero al mismo tiempo no era ni parecida.

Tenemos más ejemplos de sitios pintorescos (en el peor sentido de la palabra), turísticos (en el peor sentido de la palabra) y simpáticos (en el peor sentido de la palabra):



El Parque de Europa, en Torrejón de Ardoz (Madrid)
El horror. El horror.

El siempre provocador Jorge Luis Borges nos cuenta en "Pierre Menard, autor del Quijote", del libro Ficciones, que este autor francés reescribió los capítulos noveno y trigésimo octavo de la primera parte del Quijote, y un fragmento del capítulo veintidós. No pudo hacer más: El esfuerzo fue extenuante, porque no se trataba de hacer otro Quijote ("lo cual es fácil"), sino "el" Quijote. Tampoco consistía en transcribir esos capítulos ("no se proponía copiarlo"), sino en escribirlos. "Su admirable ambición era producir unas páginas que coincidieran -palabra por palabra y línea por línea- con las de Miguel de Cervantes"(1).

Los defensores de las reconstrucciones arquitectónicas dicen que, ya que no fue posible conservar el edificio original, al menos así se puede evocar, aunque no sea del todo, lo que fue. (Es el caso del citado pabellón de Barcelona). Bueno, sí. Es un triste consuelo. Pero, aunque visto de lejos y sin prestar demasiada atención puede colar, si pretende estudiarse u observarse un poco en serio se ven los desajustes y las desavenencias.

En fin: Un sucedáneo paliativo. ¿Qué pasaría si, inexplicablemente, se borraran todos los registros y toda la memoria de la Quinta Sinfonía de Beethoven y solo quedara yo que recuerdo el comienzo del primer movimiento, y reuniera a todos los estudiosos y amantes de la música y les gritara con mi mejor intención y mi mayor ímpetu: "Ta ta ta chááán"? ¿Qué ocurriría si del tristemente perdido libro de la Comedia de Aristóteles solo nos quedara el testimonio remoto de un copista que la transcribió con bastante aburrimiento y dejó escritas algunas ideas que recordaba vagamente sin haberlas entendido bien? ¿Sería eso al menos un consuelo? Ni eso siquiera. ¿Y si el tarareo fuera el de un buen cantante y la nota la de un copista atento? 

Por otra parte tenemos el caso inconcebible de una obra maestra que no se ha perdido y que sigue conservando toda su fuerza, todo su talento y toda su maestría, pero que a pesar de todo un ¿psicópata? quiso clonar. Me refiero a Psicosis, de Gus van Sant.


La desconcertante película va repitiendo el texto palabra por palabra y las imágenes plano por plano. La única diferencia es que son otros actores y está rodada en color.

La película es mala sin paliativos, y, lo que es peor, es innecesaria, estúpida y pretenciosa. ¿O no? ¿Pretenciosa por qué? El director renuncia a cualquier protagonismo, a cualquier decisión, a cualquier manifestación de su personalidad, y se limita a ser un fiel replicante del maestro Hitchcock. ¿Estúpida? ¿Por qué? El guion es magnífico, el ritmo es fantástico, los encuadres estupendos.

Cambian los actores, pero los de la película original no eran grandes estrellas del cine (la mayoría eran más bien muy solventes actores de televisión), y los de la réplica no son malos. Al menos no son peores que aquellos. ¿Entonces por qué es tan mala si todo es bueno?

Seguramente la causa de todo es que la original existe y todos nos la sabemos de memoria. Yo no recuerdo un momento de mi vida en el que descubriera la sorpresa final. La sé de siempre. Nací con ella ya sabida (la película es del año en que nací). La llevo en los genes. La he visto un montón de veces. Todos la hemos visto un montón de veces. Por eso no nos gusta la réplica, que es "prácticamente" idéntica.

Creo que todo esto de las reconstrucciones y las réplicas no deja de ser una operación surrealista: una reflexión sobre el ser, su esencia y su sustancia, un desafío ontológico. Creo que es una operación intelectualmente compleja y muy sofisticada, pero metafísicamente imposible. Permitidme, pues, que, una vez apreciado el soberbio gesto acrobático del juego de espejos y el chispeo de la perplejidad, me quede con la iglesia de Ronchamp, con el Quijote manchego y con la película en blanco y negro.


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(1).- Una vez más me imagino cuánto le habría gustado a Borges el tan borgiano y tan brillante homenaje que le hizo Agustín Fernández Mallo en El Hacedor (de Borges), Remake, y qué mal lo entendió todo la viuda.

5 comentarios:

  1. Reconstruir es recuperar siguiendo la paradoja de la barca de Teseo los valores conceptuales de una obra que están por encima de su materialidad que es efímera. Nada es igual así mismo en el tiempo pero hay una continuidad en la identidad. La analogía correcta sería disponer de la partitura de una composición musical de la que hemos perdido la única grabación. ¿Acaso renunciaríamos a volver a interpretarla y disfrutar de sus valores conceptuales aunque no fuese exactamente igual que la primera grabación? El problema de Borges en esta ficción es que desconoce que en las artes no hay cierre categorial aunque sí hay elementos comunes que permiten analogías. En la literatura lo nematológica y la ejecución se confunden porque uno piensa ya en lenguaje. No tiene ningún virtuosismo copiar un texto como sí lo tiene tratar de copiar por los mismos medios una obra maestra de la pintura o la ejecución de una composición musical. Luego ejemplicas casos de reconstrucciones que están fuera de lugar, de su genius loci, incluso de su sustrato histórico y cultural. No es lo mismo reconstruir la pagoda en el lugar donde estuvo que en otro, o reconstruir la Torre Eiffel en China, aunque también pueda tener su interés. Tampoco es lo mismo hacer una copia que reconstruir, lo cual incluso se podría considerar plagio u apropiación cultural. Hay ejemplos de reconstrucciones magníficas que han sido avaladas y aplaudidas por la Unesco. La reconstrucción como medio de recuperar los valores artísticos, conceptuales y simbólicos de un monumento desaparecido o parte de este, es algo totalmente legítimo, además de una excelente herramienta educativa y documental y de los beneficios turísticos, económicos e inmateriales que puede generar en un lugar.

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    1. Gracias por tu comentario.
      En efecto, mezclo los conceptos de reconstrucción, copia, reproducción, plagio... que son muy diferentes. Tan solo pretendía poner ante el lector mis impresiones en cuanto a la carga intelectual que tiene todo esto, a su efecto lúdico o consolador y a la imposibilidad metafísica de recrear las obras originales.
      En lo que no estoy de acuerdo es en comparar la obra arquitectónica con una partitura musical. La partitura está creada para su reproducción (y aun así cada reproducción es diferente, y los melómanos disfrutan con una y abominan de otra), pero en la obra arquitectónica no basta el proyecto. Hay que construirla, y eso en arquitectura es todo un mundo.

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    2. El elemento común que tienen la música y la arquitectura que permite establecer esta analogía es que ambas disciplinas tienen una parte nematológica y otra parte práctica. Por un lado estaría la partitura y los planos y por otro la ejecución. Siendo la ejecución, la interpretación, en la música más importante, más virtuosa que en la arquitectura,sería otro arte en si mismo. La música por sus características materiales es más fácil de reproducir y comercializar en serie (hasta el siglo XIX no existía la tecnología para hacer grabaciones). Pero el autor podría establecer que la pieza sólo se grabase una vez como están haciendo algunos autores con piezas exclusivas del llamado "videoarte" . Esta diferencia no impide establecer la analogía respecto a las reconstrucciones en las dos disciplinas.Podría en todo caso por cuestiones económicas,espaciales, temporales, etc, impedir la analogía para que una obra arquitectónica se reprodujese en serie, industrialmente,pero no para que no se pueda recontruir una vez, por ejemplo, si el monumento ha desaparecido. Porque de hecho ya se han hecho reconstrucciones arquitectónicas, incluso de cascos históricos avaladas por la Unesco. Entonces no hay tal imposibilidad ontológica. La música podríamos decir que a la vez que se ejecuta desaparece, se volatiliza en el aire y con el tiempo en la memoria. Hasta que no aparece un formato tecnológico que permite registrar esa huella sonora para poderla conservar mucho más tiempo y reproducirla indefinidamente todas las interpretaciones eran únicas y se perdían en el mismo momento que se ejecutaban. El avance tecnológico nos ha permitido disfrutar de ellas una y otra vez y producir millones de copias industrialmente. Entonces si la obra está bien documentada, ya no existe, y tiene gran valor artístico, histórico o simbólico, nada impide su reconstrucción para volver a disfrutar de todos sus valores conceptuales, incluso es muy beneficioso.

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  2. Se me olvidaba. En el cine uno de los géneros de larga tradición es el " remake" . Una interpretación de la misma pieza por otro autor, normalmente con algunas variaciones, incluso en el guión, pero plenamente identificable. En no pocos casos el remake supera al original. En el caso de Psicosis está claro que no mejora en nada, en ningún aspecto valorable, la obra precedente que además se conserva y es una obra muy presente en el imaginario colectivo. Hay obras de las que sólo nos ha llegado el remake, por ejemplo, London After Midnight. Es cierto que el remake no es una copia. La copia en el cine tendría sentido si la obra hubiese desaparecido, pero las características propias del cine hacen que esto sea muy compicado ¿ Si la obra ha desaparecido como la copias? Porque en el cine la ejecución, la autoría, es fundamental y la parte nematológica en muchos aspectos está apenas esbozada¿ Cómo reconstruyes la interpretación de los actores?. A pesar de esto ha habido intentos como la propia versión original de London after Midnight, desaparecida en un incendio, donde através de fotografías del rodaje se ha hecho una anastilosis ordenándolas cronológicamente , a mi juicio mucho más cercana al cómic que al cine, ya que la ilusión del movimiento propia de esta disciplina, no está en la reconstrucción. Pero si se encontrasen mas fotogramas o fotografías, más documentación sobre el rodaje, quien no dice que con nuevas tecnologías digitales no se pueda hacer una reconstrucción sino igual, muy próxima y muy fiel en esencia a como fue. Lo cual sería algo a celebrar.

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  3. En "Las panteras y el templo", un cuento de Abelardo Castillo, las panteras ingresan al templo durante la ceremonia y matan a los celebrantes. Así una y otra vez. Al cabo, el ingreso de las panteras será parte de la ceremonia...

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