martes, 16 de mayo de 2017

Neoclasicismo

A Ana Fernández del Prado

Acabo de leer en twitter que el torero (y últimamente ideólogo) Fran Rivera ha dicho que le gustaría que volviera la mili por los mismos motivos por los que mi madre y mi novia querían que la hiciera yo (me libré por excedente): para que los jóvenes se curtieran y aprendieran lo que vale un peine.


En seguida twitter se ha puesto a hervir. (¿Qué es twitter sino un hervidero?). La mayoría se ha burlado (de nuevo) del torero, pero unos cuantos le han dado (de nuevo) la razón.
Yo he pensado que es hermoso (y totalmente estúpido) añorar los viejos tiempos, y de repente he vislumbrado una Arcadia feliz y viejuna en la que los hombres adultos no se pusieran nunca pantalones cortos, la música fuera melódica y en español (y la foránea se tradujera: "Ansietat / de tenedte en mis brasos..."), los muchachos se pusieran la gorra con la visera para delante (y se la quitaran al entrar en los sitios), a los mayores se nos llamara de usted, hubiera más respeto y las autoridades fueran más contundentes con... con todo.

Y he caído en la cuenta de que eso es precisamente el neoclasicismo. O sea (que lo sepáis): Fran Rivera es neoclásico.

El neoclasicismo es muchas cosas, algunas de ellas incluso interesantes. Pero es -yo creo que sobre todo- esto: ¿Hacia dónde va el progreso, la modernidad, la vida? Pues yo tiro para el otro lado.

Porque la vida es un follón y una fuente de problemas, y el progreso consiste en meterse en el enorme lío de intentar resolverlos. Por el contrario, recrear el pasado es complacerse en lo que ya está resuelto, en lo que ya no puede plantear nuevos retos, en lo que no va a ponernos nerviosos ni a inquietarnos.

"Bah, bah, bah; esto se ha hecho así toda la vida". (Esa es la forma habitual de no liarse, de no complicarse, de no marear).

Todo el que propone una alternativa, una nueva manera de hacer las cosas o de resolver los problemas y, sobre todo (ay, Dios), plantea problemas nuevos, es un indeseable, un antisistema, un liante.

Cuando en el siglo XVIII, ante la revolución de La Razón, la respuesta arquitectónica fue volver a hacer triglifos la cosa se desinfló y volvió la tiranía y la sinrazón.

La Madeleine, París, 1764-1806

El arte es búsqueda, experimentación, verdad, vida. Cuando se renuncia a todo eso y se va a lo trillado ya no tiene sentido. La pintura neoclásica es una larga colección de obras tan correctas como aburridas e inútiles.
El neoclasicismo es la huida ante todo aquello por lo que merece la pena vivir.


"La vida es problema. Sólo la muerte no lo es", dice Zorba.

En este mismo sentido, y hablando sobre la composición arquitectónica y el orden, Bruno Zevi dice que los cementerios sí que están ordenados.

Y así creo yo que es el neoclasicismo: un estilo que busca el orden, el equilibrio y la belleza estática de la muerte; porque la vida es otra cosa, y su belleza es bastante más conflictiva y apasionante.


(Si te ha gustado esta entrada clica el botón g+1 que verás aquí debajo. Muchas gracias).

8 comentarios:

  1. Muy interesante, José Ramón! Yo no creo que buscar "el orden, el equilibrio y la belleza estática de la muerte" sea algo propio del neoclasicismo sino de todas las arquitecturas "del ojo" devotas del control, obsesionadas con la forma y refractarias al cambio y la vida. En nuestra época son abundantísimas, muy celebradas y premiadas, y pasan por muy modernas.
    Saludos,
    Iago López

    ResponderEliminar
  2. Ingenioso y certero. Efectivamente, la vida, por suerte, es otra cosa que Fran Rivera y que el Neoclasicismo...

    ResponderEliminar
  3. Muchas gracias.
    Que conste que creo que hacer ahora "lecorbuserismo" o "miesismo" (por ejemplo) es hacer neoclasicismo, por lo que ya he dicho de ir a lo seguro sin arriesgar nada.

    ResponderEliminar
  4. Buenas.
    Por primera vez discrepo en algunas consideraciones.
    p. ej. pudiendo hacer pilares verticales (en la mayoría de los casos), ¿por qué no inclinarlos?
    ¿experimentación?, ¿gratuidad?, ¿alarde?
    ahhh, verticales son aburridos.

    ResponderEliminar
  5. Llamar neoclasicismo a lo cateto es muy generoso por tu parte. No es lo mismo, entre otras cosas porque para esa pregunta que tú le asignas a los neoclásicos: “¿Hacia dónde va el progreso, la modernidad, la vida? Pues yo tiro para el otro lado” los catetos, como Fran Ribera, no tienen respuesta, no saben hacia dónde va el progreso ni actúan por inconformismo, solamente les mueve la ignorancia.

    ResponderEliminar
  6. El Servicio Militar Obligatorio era una cosa muy buena. No sólo enseñaba unos principios fundamentales, como el amor a la Patria, el Honor, el Valor, la Camaradería, etc. Sino que además servía para para formar a la juventud, se aprendían normas de educación, a saludar, a respetar al prójimo, a obedecer, etc. Y no sólo éso, se formaban unos profesionales excelentes en determinadas funciones (mecánicos, conductores, albañiles,...) y se sacaba a muchos españoles del analfabetismo. Resulta evidente que a la juventud española le vendría muy bien una "mili". Y a muchos cuarentones y cincuentones. Desgraciadamente, la estupidez y la insolidaridad, disfrazadas de cultura, han triunfado en estos últimos años no aportando absolutamente nada y nuestra sociedad se ha sumido en la degeneración y en la desesperanza. A pesar de esta ignorancia y dejadez imperante nuestros grandes intelectuales han sido soldados -como Cervantes-, y nuestros grandes arquitectos contemporáneos han vestido el uniforme militar -como Coderch-. Pues eso, que viva España y la mili y que se mueran los tontos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El Servicio Militar Obligatorio sería la leche si no fuera porque es obligatorio. El funcionamiento de la mili es profundamente coactivo, un ataque contra la libertad (uno más). La enésima ocasión de arrebatarle el poquito poder de decisión que les queda a los ciudadanos para que el Estado lo use a su arbitrio.

      "Un Estado suficientemente grande como para dártelo todo, también lo es para quitártelo todo". Esta frase la cito siempre que discuto sobre la toxicidad de las subvenciones, puesto que la gente por lo común suele ser afecta a las paguitas sin ser consciente de que la existencia de éstas supone necesariamente el poder coactivo de una burocracia hiperlegitimada que necesariamente tendrá que obrar hacia el otro sentido para financiarse (el secuestro del 50% del salario del currito medio).

      El colmo es que el españolito típico, ya no sólo es firme defensor de las "dádivas" estatales, sino que también apoya abiertamente la expansión de sus modos coactivos a áreas que en la actualidad afortunadamente son libres.

      Nunca avanzaremos hacia una España verdaderamente libre.

      Eliminar
    2. El Servicio Militar Obligatorio tiene tres cosas que no soporto, y están en su enunciado. Servicio. Militar. Y Obligatorio.
      Difícil reunir tres cosas tan negativas juntas.

      Eliminar