Llevamos ya unos meses escuchando la murga del millonario chino que ha comprado el Edificio España de Madrid para tirarlo y hacer esas cosas que hace (o que dice que va a hacer) cualquier millonario que se acerca por Madrid: hoteles, salas de fiestas, casinos, puticlús o lo que sea. Pobre Madrid, que no sirve para otra cosa.
La operación consiste en comprar un edificio a pesar del edificio. Es decir: Te compras un edificio que no te gusta un pimiento y lo derribas.
Vamos, que lo que te compras es un "solar con bicho".
Se juzga que el lugar es muy interesante para el negocio, pero que el edificio estorba. El edificio está en malas condiciones, cerrado y abandonado desde hace años, pero no se contempla la posibilidad de restaurarlo. (Creo que no tiene daños estructurales). Se propone directamente su derribo.
El Ayuntamiento de Madrid, náufrago en la miseria económica, pero sobre todo en la miseria moral, segrega jugosa saliva por la comisura de los labios y dice que, aunque el edificio está protegido (esas cosas raras que se hacen a veces: proteger edificios), se podría estudiar su derribo. Ya veremos.
En esto se celebran elecciones municipales en Madrid y entra a gobernarla un nuevo equipo, con una alcaldesa más sensata que dice que sólo la puntita. Es decir: Que se puede derribar el edificio, sí, construir otro, sí, y hacer lo que les salga de ahí, sí, pero dejando la fachada.
Surge entonces un problema técnico en el que entran incluso prestigiosos arquitectos e ingenieros: ¿Cómo se puede derribar ese edificio dejando en pie su fachada? Es como dejar el terreno de juego del Bernabéu de canto (qué didáctica es la "unidad campo de fútbol"). ¿Dónde narices se ancla eso? ¿Cómo se apuntala?
El chino dice entonces que se compromete a tirar el edificio completamente, y a construir luego otro con una fachada igualita.
El equipo de arquitectos e ingenieros enrollados al servicio de la alcaldesa enrollada dice que de eso nada, que la fachada debe ser protegida y que hay medios técnicos (caros, que se fastidie el chino) para dejar provisionalmente la fachada en el aire mientras se construye el nuevo edificio que la anclará y estabilizará.
Y la alcaldesa enrollada dice, con honda satisfacción, que la fachada del Edificio España va a salvarse.
Al loro: Por lo que están discutiendo todos es por la fachada, por la pura fachada.
El Edificio España está protegido por su valor histórico-tecnológico. Es una muestra de una técnica constructiva y de un alarde estructural de su época, y un logro en la concepción y construcción de edificios altos en una España que en 1948 soñaba con despertar a no se sabía bien qué.
Si lo tiran y dejan la pura fachada no habrá testimonio de nada. No habrá ya más Edificio España, sino un póster (carísimo y disparatado) en su recuerdo y homenaje.
Un edificio no es su fachada. Un edificio es un todo coherente y complejo que no se puede reducir a la imagen que da al exterior. Un edificio es un organismo completo. (¿Tan difícil es entender esto?).
Nótese que, ante el pretendido abuso del inversor, que consiste en tirarlo todo, los garantes del bien común y del alma urbana sólo exigen que se conserve la fachada.
¿Y esto por qué?
Pues porque reina la idea de que uno de puertas para dentro puede hacer con su vida lo que quiera, pero de puertas para fuera debe dar una cierta imagen. Es decir: "Dentro de tus oficinas, o de tus casinos, o de tus burdeles, tienes vía libre, pero no nos estropees la Plaza de España. Déjanos seguir paseando por la Plaza de España tan tranquilos y como siempre; sin que nada cambie; sin que nos planteemos siquiera qué está ocurriendo detrás de las fachadas".
Perfecto: Una ciudad-decorado, una arquitectura falsa y vaciada. Qué sublime ideal. (Y nosotros paseando por la ciudad como figurantes, como extras, como zombies de nosotros mismos).
Perdonadme el ejemplo brutal, pero yo lo veo como si unos padres perdieran trágicamente a su hijo pequeño y el Estado les ofreciera una brillante solución: Adoptar un niño de similar estatura, peso y edad y hacerle una operación de cirugía plástica para dejarle la cara como la del hijo perdido.
Estaríamos ahora discutiendo si es preferible hacerle a este niño una cara idéntica a la del otro o quitarle la cara al otro para transplantársela a éste. Y ese sería todo el debate.
Ya sé que el ejemplo es brutal, pero creo que es bastante similar al del edificio que nos ocupa.
¿Es que el niño es sólo su cara? ¿Es que el edificio es sólo su fachada?
Igual que nos horrorizaría que unos padres aceptaran alegremente ese cambalache, el Ayuntamiento de Madrid ya ha aceptado la sustitución de un niño por otro. Sólo exige que en vez de hacerle una cara nueva se le inserte la del niño muerto. La discusión es cómo conservarla e implantarla. Nada más. Sobre lo otro, sobre lo que de verdad importa, no hay ningún debate.
Estupendo.
Mi propuesta sería la siguiente:
Si lo único que importa es la imagen urbana de la Plaza de España, yo creo que es una imagen tan casual (¡ay, ese monumento a Cervantes, con Don Quijote y Sancho!) y tan caótica como todas las imágenes urbanas obtenidas por superposición o yuxtaposición de edificios diversos y de espacios libres entre ellos.
Por eso mismo, da igual un edificio que otro. Y si tiran uno y construyen otro nos acostumbraremos igual y el espacio público resultante será, si no el mismo, igualmente (in)-habitable.
Por lo tanto, qué más da.
¿Qué armonía guardan la Torre de Madrid y el Edificio España? Ninguna ¿Y ambos con el resto de edificios de Princesa y Gran Vía? Ninguna. La de la fuerza de la costumbre. La del hábito, la de que de jóvenes hemos tomado copas en esa zona y hemos ido al Vips de Princesa y a los cines Princesa a ver infumables películas culturetas y algunas muy buenas.
Ese espacio urbano es parte de nuestra vida y de nuestra memoria. Pero por eso mismo la vida sigue y los niños de ahora harán en pocos años sus primeros escarceos juveniles por allí. Y los jóvenes de entonces, mayores ya, tal vez vayan al casino a perder su dinero, o al hotel-burdel. Y todo seguirá. Y todo dará igual. La ciudad vive y cambia. (Es lo que tienen las ciudades).
Y todo evoluciona mucho mejor si no andamos con rémoras y chorradas anquilosantes del tipo: "sí, tíralotó pero deja la fachada, pordió".
Yo creo que sería muchísimo mejor que derribaran el edificio y que en el solar construyeran las cuatro torres del Real Madrid, pero una encima de otra. ¡Qué pedazo de edificio resultaría! Y que se lo metieran por el conducto reglamentario.
(Si te ha gustado esta entrada -a pesar de sus imperdonables groserías- clica el botón g+1 que verás aquí abajo. Muchas gracias).
Vamos, que lo que te compras es un "solar con bicho".
Edificio España. Madrid
Se juzga que el lugar es muy interesante para el negocio, pero que el edificio estorba. El edificio está en malas condiciones, cerrado y abandonado desde hace años, pero no se contempla la posibilidad de restaurarlo. (Creo que no tiene daños estructurales). Se propone directamente su derribo.
El Ayuntamiento de Madrid, náufrago en la miseria económica, pero sobre todo en la miseria moral, segrega jugosa saliva por la comisura de los labios y dice que, aunque el edificio está protegido (esas cosas raras que se hacen a veces: proteger edificios), se podría estudiar su derribo. Ya veremos.
En esto se celebran elecciones municipales en Madrid y entra a gobernarla un nuevo equipo, con una alcaldesa más sensata que dice que sólo la puntita. Es decir: Que se puede derribar el edificio, sí, construir otro, sí, y hacer lo que les salga de ahí, sí, pero dejando la fachada.
Surge entonces un problema técnico en el que entran incluso prestigiosos arquitectos e ingenieros: ¿Cómo se puede derribar ese edificio dejando en pie su fachada? Es como dejar el terreno de juego del Bernabéu de canto (qué didáctica es la "unidad campo de fútbol"). ¿Dónde narices se ancla eso? ¿Cómo se apuntala?
El chino dice entonces que se compromete a tirar el edificio completamente, y a construir luego otro con una fachada igualita.
El equipo de arquitectos e ingenieros enrollados al servicio de la alcaldesa enrollada dice que de eso nada, que la fachada debe ser protegida y que hay medios técnicos (caros, que se fastidie el chino) para dejar provisionalmente la fachada en el aire mientras se construye el nuevo edificio que la anclará y estabilizará.
Y la alcaldesa enrollada dice, con honda satisfacción, que la fachada del Edificio España va a salvarse.
Al loro: Por lo que están discutiendo todos es por la fachada, por la pura fachada.
El Edificio España está protegido por su valor histórico-tecnológico. Es una muestra de una técnica constructiva y de un alarde estructural de su época, y un logro en la concepción y construcción de edificios altos en una España que en 1948 soñaba con despertar a no se sabía bien qué.
Si lo tiran y dejan la pura fachada no habrá testimonio de nada. No habrá ya más Edificio España, sino un póster (carísimo y disparatado) en su recuerdo y homenaje.
Un edificio no es su fachada. Un edificio es un todo coherente y complejo que no se puede reducir a la imagen que da al exterior. Un edificio es un organismo completo. (¿Tan difícil es entender esto?).
Decorado de cine
Nótese que, ante el pretendido abuso del inversor, que consiste en tirarlo todo, los garantes del bien común y del alma urbana sólo exigen que se conserve la fachada.
¿Y esto por qué?
Pues porque reina la idea de que uno de puertas para dentro puede hacer con su vida lo que quiera, pero de puertas para fuera debe dar una cierta imagen. Es decir: "Dentro de tus oficinas, o de tus casinos, o de tus burdeles, tienes vía libre, pero no nos estropees la Plaza de España. Déjanos seguir paseando por la Plaza de España tan tranquilos y como siempre; sin que nada cambie; sin que nos planteemos siquiera qué está ocurriendo detrás de las fachadas".
Perfecto: Una ciudad-decorado, una arquitectura falsa y vaciada. Qué sublime ideal. (Y nosotros paseando por la ciudad como figurantes, como extras, como zombies de nosotros mismos).
Perdonadme el ejemplo brutal, pero yo lo veo como si unos padres perdieran trágicamente a su hijo pequeño y el Estado les ofreciera una brillante solución: Adoptar un niño de similar estatura, peso y edad y hacerle una operación de cirugía plástica para dejarle la cara como la del hijo perdido.
Estaríamos ahora discutiendo si es preferible hacerle a este niño una cara idéntica a la del otro o quitarle la cara al otro para transplantársela a éste. Y ese sería todo el debate.
Ya sé que el ejemplo es brutal, pero creo que es bastante similar al del edificio que nos ocupa.
¿Es que el niño es sólo su cara? ¿Es que el edificio es sólo su fachada?
Igual que nos horrorizaría que unos padres aceptaran alegremente ese cambalache, el Ayuntamiento de Madrid ya ha aceptado la sustitución de un niño por otro. Sólo exige que en vez de hacerle una cara nueva se le inserte la del niño muerto. La discusión es cómo conservarla e implantarla. Nada más. Sobre lo otro, sobre lo que de verdad importa, no hay ningún debate.
Estupendo.
Mi propuesta sería la siguiente:
Si lo único que importa es la imagen urbana de la Plaza de España, yo creo que es una imagen tan casual (¡ay, ese monumento a Cervantes, con Don Quijote y Sancho!) y tan caótica como todas las imágenes urbanas obtenidas por superposición o yuxtaposición de edificios diversos y de espacios libres entre ellos.
Por eso mismo, da igual un edificio que otro. Y si tiran uno y construyen otro nos acostumbraremos igual y el espacio público resultante será, si no el mismo, igualmente (in)-habitable.
Por lo tanto, qué más da.
¿Qué armonía guardan la Torre de Madrid y el Edificio España? Ninguna ¿Y ambos con el resto de edificios de Princesa y Gran Vía? Ninguna. La de la fuerza de la costumbre. La del hábito, la de que de jóvenes hemos tomado copas en esa zona y hemos ido al Vips de Princesa y a los cines Princesa a ver infumables películas culturetas y algunas muy buenas.
Ese espacio urbano es parte de nuestra vida y de nuestra memoria. Pero por eso mismo la vida sigue y los niños de ahora harán en pocos años sus primeros escarceos juveniles por allí. Y los jóvenes de entonces, mayores ya, tal vez vayan al casino a perder su dinero, o al hotel-burdel. Y todo seguirá. Y todo dará igual. La ciudad vive y cambia. (Es lo que tienen las ciudades).
Y todo evoluciona mucho mejor si no andamos con rémoras y chorradas anquilosantes del tipo: "sí, tíralotó pero deja la fachada, pordió".
Yo creo que sería muchísimo mejor que derribaran el edificio y que en el solar construyeran las cuatro torres del Real Madrid, pero una encima de otra. ¡Qué pedazo de edificio resultaría! Y que se lo metieran por el conducto reglamentario.
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Reproduzco las conversaciones a tres bandas en el Ayto de Madrid
ResponderEliminarArquitectos Municipales: Molan los chinos
Alcaldesa: Mooolan
Chino: No Molan las fachadas
Arquitectos: Sí Mooolan las fachas
Alcaldesa: Molan
Arq: Molan los Progres conservadores
Alc: Mooolan
Chino: No quiero facha
Arq: No moola
Alc: Mi marido dice que le mola la facha
Chino: No moooola
Arq: Después de esta introducción tenemos que decir que Culturalmente hablando podemos convenir sin caer en el desencanto inicial coyunturalmente que el edificio merece una atención fuera de toda índole y sin insistir demasiado en la apreciación
Alcaldesa: Y lo que dijo mi marido ayer tiene sentido en cuanto a coherencia con lo que pensamos y comimos ayer. Lentejas. Tengo también que dejar claro, por si no lo estaba ya, que aunque decidamos darle salida al asunto, no está demás haberlo dejado claro por escrito
Chino: Edificio a tomar por culo. Tengo maqueta nuevo
Arquitectos Municipales: Y nosotros sin vacilar un instante deberíamos apreciar el entusiasmo con lo que china nos ha aportado al mundo jugando un papel relevante en cuanto a sistema indiscriminatorio contra su propia voluntad.
Alcaldesa: Sin dejar de lado ese aspecto
Chino: Tengo pasta
Arq: Podemos Putearte y aún así hemos decidido entre todos, viendo un documental de la dos que la fachada se queda sin olvidar la rememoración de aspecto más efectivo
Alcaldesa: Efectivamente
Chino: Alcaldesa=chin champú
Arquitectos Municipales: Y como guardianes de la cultura extremista sin ser pesimistas desde nuestra municipalía lanzamos al mundo una advertencia
Alcaldesa: encia
Chino: A
Yo creo que lo que debería hacer el Ayuntamiento de Madrid, es adelantarse al de Barcelona y construir en ese solar la iglesia de la Sagrada Familia de Gaudí, enterita.
ResponderEliminar¡¡¡NOOOO!!!
ResponderEliminarOtro horror de fachada-cáscara no, por favor.
Es que en vez de los zombies "walkind dead" tenemos los "building dead".
De entrada es que ese edificio es un maldito engendro producto del serrallo franquista que no merece ni estar protegido ni nada. Lo que merece es que se vaya al garete de una vez (en este artículo el crítico Antonio Miranda da su visión del asunto:
http://dpa-etsam.aq.upm.es/gi/arkrit/blog/falsos-criticismos-un-acertijo/).
Ahora bien, como la sostenibilidad nos exige no derrochar recursos ni contaminar más de lo imprescindible (es decir, a ser posible nada, estamos ya en ese punto por la supervivencia), no podemos ir alegremente con la piqueta generando toneladas de escombros inútiles, y tenemos que apechugar con los errores de nuestros antecesores y buscar la manera de darles uso. Yo para eso creo en la postura que se ha seguido a lo largo de la historia de la humanidad, que es la de hacer en la ciudad y en los edificios lo que buenamente hiciera falta, metiéndoles mano sin pudor ni remordimiento, sin entrar en falsos debates de conservación de reliquias (se conserva lo que es útil y está vivo, y hasta habrá piezas de museo que se conserven por eso mismo, pero no todo merece ser conservado ni congelado en el tiempo "ad eternum" en una especie de fotograma fijo de la realidad construida en un momento dado). El entorno urbano era como un palimpsesto donde se escribía una y otra vez lo que hiciera falta, usando lo anterior, y modificándolo en lo que se requiriese. Y la cosa no salía tan mal. Las catedrales son una buena muestra de ello. Las ciudades en su conjunto son una buena muestra de ello.
Lo contrario es construir decorados, reliquias (como ya es Vencia), pero no ciudades, que son otra cosa. Y esto, que puede ser más o menos inmoral, lo que es sobre todo, es un derroche de recursos injustificable.
Pocos insultos al verdadero valor de la arquitectura como considerarla una mera fachada, un recortable de quita y pon sobre un esqueleto.
Gran entrada JR.
Sabes JoseRa... a veces guardo tus escritos porque tienen una contundencia tal, que pueden aplicarse a cualquier lugar del mundo donde exista arquitectura (y gobiernos encargados)... pronto usaré tus palabras porque describen muy bien lo que piensan algunos de los edificios protegidos en Colombia. Solo espero que en el calor del momento y el enojo, no me olvide darte el mérito obligatorio por tan magnifica reflexión.
ResponderEliminarUn abrazo mi colega, maestro y Amigo.
Me gusta mucho tu artículo. Yo tampoco entiendo esto de conservar decorados como si eso fuese la arquitectura.
ResponderEliminarPero me gustaría saber si por ejemplo Venecia la consideras una reliquia como un comentarista ha dichoo si construirías cosas modernas allí de forma más o menos continuada si funcionalmente fuese útil y eficiente.
¿Crees en preservar algo como Venecia? O en otro orden de cosas, ¿te parece bien que se reconstruyese el Zwinger en Dresde, tal cual era?
A mí me gusta que lo hayan reconstruido y me daría mucha pena que la Venecia que conozco desapareciese, porque ambas cosas sí que me parecen obras y testimonios maravillosos a preservar con los medios de que dispongamos.
Un saludo.
Igor
Sin ser Jose Ramón, y con su permiso, quisiera dar una opinión al respecto de este interesante comentario.
EliminarPues...es verdad que Venecia es maravillosa, hay mucho que proteger en ella, pero la siento como una reliquia, como un objeto metido en una urna de cristal (o en un relicario) y que no se quiere que cambie en nada. En este sentido sí que siento que es un decorado para turistas, por más que sea un decorado maravilloso...pero que, al ser como una momia embalsamada, ya no tiene otro destino que una lenta descomposición.
El problema es que Venecia ya no es una ciudad, porque las fuerzas vivas que dan forma a una ciudad, están ausentes de ella, Que sea un monocultivo turístico visitado por millones de personas al año no significa que posea los atributos de una ciudad. Es una especie de mausoleo, magnífico, pero no por ello deja de ser un mausoleo. Hay otras ciudades, o parte de ellas, que va camino de ser lo mismo, como por ejemplo , Barcelona.
Si se quiere que sea una reliquia, entonces está bien seguir como hasta ahora; pero si se quiere que sea una ciudad, entonces la cosa cambia.
A mi lo que me gustaría es que Venecia siguiera siendo una ciudad viva, con usos mil, porque entiendo que ésta es la única manera de que las cosas perduren (como por ejemplo perduró el acueducto de Segovia, en funcionamiento hasta hace pocos años), y estar vivo implica transformación y adaptación (sin el significado neoliberal de las mismas, que es sinónimo de "cambio a peor" o de involución), y el cambio en la ciudad y su aspecto, como organismo vivo que es. Así se hizo siempre, y así se hizo en la propia Venecia, que no se levantó tal cual de un plumazo, sino que fue obra de siglos y de múltiples generaciones, en el curso de las cuales se fue adaptando a condiciones cambiantes, hasta llegar a ser ese conglomerado y superposición de capas que tanto nos gusta y que ahora mismo está suspendido en el tiempo (cosa imposible de lograr de modo eterno). Yo lo que pienso es que se deben seguir añadiendo capas, enriqueciendo, la vida debe seguir. Esto no quiere decir hacer tabula rasa y tirarlo todo, esto quiere decir que donde hoy en día está la mezquita de Córdoba había antes un templo de menor entidad que a sus contemporáneos les parecería la repera, pero la vida continuó y se levantó la mezquita (otra capa), pero no borrando sin más lo anterior, sino siguiendo el método del dibujo al carboncillo de borrar y que queden rasgos y trazas de lo anterior que te sirva de guía para lo nuevo; luego levantaron en medio de la mezquita una catedral, y la cosa no es peor por ello. Al final las ciudades son una superposición de todos los estado por los que han pasado. Son memoria viva de la historia y sociedad humana. No veo por qué hoy nuestras "capas" deberían ser peores que las del pasado. ¿Cómo de mejor no podría ser Venecia? ¿Está ya definitivamente acabada? ¿Acaso arruinó Asplund el ayuntamiento de Götteborg con su ampliación? Pues así concibo yo la ciudad.
Buenísimo artículo Jose Ramón. Comparto todas tus opiniones
ResponderEliminarLa imagen de "solar con bicho" me ha resultado harto desopilante. Felicidades por tan magnífico blog, JR.
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