martes, 7 de junio de 2011

Un mal día

Hoy viene en EL PAÍS una entrevista con Kenneth Frampton.
Aparte de que esté de acuerdo con su visión y defensa de la modernidad y con su crítica de los arquitectos estrella y de otros padecimientos contemporáneos, me han llamado la atención un par de cosas: La primera es que dice que cuando murió Franco España vivió una edad de oro de la arquitectura: Se refiere al dinero público que se empleó en equipamientos de todo tipo, y a la subida del nivel de vida que todo aquello conllevó, pero se olvida de Oíza, Corrales, Molezún, Carvajal, de la Sota, Coderch, Higueras, Miró, Íñiguez, Fisac y tantísimos otros, que hicieron gran arquitectura en tiempos de Franco y a quien nadie presta atención. Una cosa es lo políticamente correcto y otra la realidad.
La segunda, que hoy me duele en lo personal, es que en sus ochenta y un años de vida este ¿arquitecto? haya hecho sólo un edificio de viviendas en Londres y otro en Estados Unidos. Nada más. Se rajó. Se dedicó a dar clases. Qué bonito.
Qué bonito es dar clases, qué bonito es dar conferencias, qué bonito es escribir en este blog. Pero un arquitecto no es eso. Un arquitecto es alguien que construye.
Y ahí empiezan los problemas.
Yo, como tantos arquitectos, hasta hace tres años he construido mucho, demasiado. Y, como casi todos, muy deprisa, muy aquítepilloaquítemato, muy tomaeldineroycorre. No os voy a recordar cómo surgían los promotores y los constructores en la España del boom.
Ahora, además de no construir, me toca responder de lo que hice estos años pasados, y me siento muy cansado, muy abrumado. Tengo (como muchos otros) alguna reclamación por supuestos errores no sé muy bien de quién. (Por supuesto, en buena parte míos).
Asumo la parte que me toca e intento hacerlo lo mejor que sé. Hoy he tenido un mal día. Lo siento. No quiero utilizar este blog como vomitorio, pero permitídmelo hoy, que veo a este santón encaramado al púlpito, tan a gusto, tan limpio, como recién duchado, como si nunca hubiera roto un plato (que no lo ha roto), pontificando sobre arquitectura moderna y sobre regionalismo crítico.
Y dejadme que hoy, precisamente hoy que me siento tan débil, defienda más que nunca mi profesión, y me sienta orgulloso de mi obra. Permitidme que me felicite y felicite a todos mis compañeros, que ejercemos este santo trabajo lo mejor que sabemos, con la mayor inteligencia de que somos capaces, y con honradez, y que intentamos interpretar los deseos y aspiraciones del cliente, los cernimos con la normativa, y los modelamos con las intenciones plásticas, la optimización funcional y las limitaciones técnicas y económicas para producir una obra digna.
Permitidme que hoy no admire a los teóricos, a los profesores, a los intelectuales, ni tampoco a los que usan la arquitectura para ilustrar hermosamente, escudándose en el dibujo como sustituto de la obra. No. Hoy no. Hoy he tenido un mal día.
Permitidme que hoy os abrace a todos los que os encaramáis a una escalera de mano que siempre se queda corta, a los que pisáis ferralla y barro, a los que os calzáis un casco y decidís cómo narices se remata este muro, o por dónde sacamos los humos de la caldera sin cargarnos esa viga.
A todos vosotros, que hasta hace nada llevabais siempre los zapatos llenos de polvo y barro, y teníais en la guantera del coche una gamuza o una esponja para limpiároslos, y que ahora lleváis los zapatos relucientes y hasta estáis pensando en echaros a la guantera una bolsita de tierra, para espolvorearla de vez en cuando sobre los zapatos y disimular. Y, especialmente, si ahora en vez de tratar con ferrallistas y encofradores sólo tratáis con abogados (o con profesores).
Un abrazo.

4 comentarios:

  1. Días malos los tenemos todos, pero hay días que especialmente me gustaría poder borrar del calendario. Por ejemplo hoy, como aparejador estoy de jefe de obra en una casita unifamilar, pues me ha tocado llamar a los Mossos d'esquadra por que los paletas se me han revelado y amenzan con romper la parte de obra de han hecho y no han cobrado.
    Llevaba años en el despacho anelando poder llevar una obra, y ahora me arrepiento hasta la saciedad del cambio.
    Te seguiré leyendo.

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  2. Muy buena reflexión, todos tenemos que asumir nuestra parte y adaptarnos a las nuevas circunstancias.

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  3. Buenas tardes, Joserra:

    Toma mi pecho y descansa. Juntos, visitaremos los juzgados, juntos hablaremos de obras y quien las hace, juntos discutiremos qué cosa es un arquitecto y que cosa es un aparejador. Discreparemos, sin duda, pero haremos obras que estén correctas en forma y con rigor técnico y presupuestario.
    Una vez uno de estos que se llaman a si mismos Arquitectos y a los demás titulados. Uno de estos que hace una obra que se adjudica en 950 millones y firma una liquidación por 2.450...uno de estos teóricos, al terminar de comer (comida que no pagaba), vertió todos los restos de vino de las copas de los comensales en su copa, y dijo "es un pecado desperdiciar este vino".
    A este amiguete le dije "torear con una sábana es relativamente fácil, conozco más de 500 arquitectos que salen todas las mañanas a defender su profesión y torean con un mantel, estos son los que me gustan, estos son mis amigos y camaradas, tú no".
    Animo amigo, si ladran es porque cabalgamos.

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  4. Hola,

    Después de leer tu entrada, no sé si es muy apropiado, entre tantos arquitectos, escribir como historiadora del arte, así que lo haré en calidad de hija de albañil jubilado.

    Supongo que muchos tenemos estos días y no nos atrevernos a mostrarlos tan claramente.

    Tienes mucha razón cuando dices que lo que quieres es crear: construir. Después de vivir unas décadas en lo que Baudrillard llamaba “simulacro”, donde la realidad era reemplazada por su representación, es preciso que estos momentos de incertidumbre, y para muchos de desesperación, nos sirvan para realizar autocrítica y, lo que es más importante, empezar a proyectar y crear con buenos cimientos lo que queremos para el futuro de verdad.

    Me alegra ver a mi sobrina, que estudia primero de Arquitectura, tener tanta ilusión preparando sus proyectos y tan centrada en sus estudios, pero al mismo me apena verla preocupada, no por si tendrá trabajo o no cuando termine, sino por si podrá tener la beca para poder seguir estudiando el próximo año.

    Un saludo a todos.

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