Hoy voy a aprovechar mi blog para hacer un llamamiento a todas las personas de bien que os pasáis por aquí de vez en cuando e incluso lo leéis.
Entre mis múltiples frikadas (manías, extravagancias...) está la de coleccionar la revista NUEVA FORMA.
Mi colección, por ahora, es esta:
(Sí: Ya sé que tengo que adecentar esos revisteros, diseñar una etiqueta para tapar esa lomera, pero lo debería hacer cuando la ubicación de las revistas en ellos fuera definitiva y, por lo tanto, cuando acabe la colección; es decir, nunca).
Os pongo aquí los números que tengo (sombreados en salmón-ocre) y los que me faltan (con fondo blanco) para que si tuvierais a mano alguno de estos últimos os pusierais en contacto conmigo inmediata y urgentemente. (Mi correo es arquitectamoslocos@gmail.com).
Obviamente, admito preferentemente regalos, pero también os propongo intercambios o incluso (¡ay, Señor!) compras (a precio de arquitecto contemporáneo, se entiende).
Como veis, el primer número que tengo es el 12. Antes nada. Y ya del resto voy bastante bien servido excepto un puñado de números al final. Por el centro el 39 es el único agujero que tengo.
Bueno, pues esta entrada ya está. Lo dicho: Si tenéis alguno de los que me faltan o conocéis a algún arquitecto mayor (lo digo por las fechas de la revista) que por jubilación o por aburrimiento quiera desprenderse de su biblioteca decídmelo.
Muchas gracias.
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-¿Y lo va a dejar usted así, Hernández?
(Mi mujer no suele leer el blog, pero esta vez me ha pillado incluso antes de lanzar la entrada).
-Pues... sí. ¿Qué más quieres que diga?
-¡Ay, qué hombre! Lo tenía por bastante cortito, pero al menos por una persona con cierta nobleza. Pero esto es impresentable. Esto es un vendoFordFiesta en toda regla.
-Mujer, sería más bien un comproFordFiesta.
-¡Narices! ¡Ni eso! ¡Es un regálenmeunFordFiesta! ¡Pero qué cara más dura!
-¿Y qué quieres que haga?
-Ofrezca algo a sus lectores. Explique qué le parece la revista. Cuente alguna cosa.
-Si ya lo he contado: Que la colecciono y que me faltan muy poquitas.
-No se puede hablar con usted. Qué sinsustancia.
Vamos a ver: ¿Qué querrá mi mujer que os cuente si ya lo contó todo Lucía Pérez Moreno?
Como ya hablé (un poco) de este libro, ahora solo voy a decir una tontería ("Siempre las dice, Hernández", me espeta desde lejos. "Por favor, déjame seguir", le contesto), y es que ahí me hizo notar la autora que Fullaondo siempre ponía los retratos de las personas de quienes hablaba. Es cierto. Yo lo había visto siempre, y era algo tan constante que no había reparado en ello. Muy bien visto por la autora. En clase siempre ponía la cara del arquitecto, del artista plástico o del escritor de quien hablara. En NUEVA FORMA también lo hacía: Incluso muchos ejemplares mostraban el retrato en la portada. Yo creo que era una forma muy eficaz de ver desde el primer momento de quién estábamos hablando, con quien nos jugábamos los cuartos.
De ahí partía una crítica personal: Fullaondo (y Amón, y los demás) no hablaban solo de ideas abstractas (que también), sino que las ponían en gente de carne y hueso, en gente calva, o con la nariz muy grande, o con la mirada penetrante, y eso hacía que, de una forma si se quiere un tanto tangencial, el lector "conociera" a la persona de la que se estaba hablando.
La revista empezó llamándose El inmueble: Así fue desde el número 1 hasta el 4. Luego se llamó Forma Nueva-El inmueble desde el 5 hasta el 19. Al principio de estos quince números (que son solo trece ejemplares por culpa de los dobles) Forma Nueva aparecía en pequeño y el inmueble en grande, y poco a poco aquella fue creciendo y este disminuyendo. Y ya desde el número 20 hasta el 111 y último se llamó Nueva Forma.
De ahí partía una crítica personal: Fullaondo (y Amón, y los demás) no hablaban solo de ideas abstractas (que también), sino que las ponían en gente de carne y hueso, en gente calva, o con la nariz muy grande, o con la mirada penetrante, y eso hacía que, de una forma si se quiere un tanto tangencial, el lector "conociera" a la persona de la que se estaba hablando.
La revista empezó llamándose El inmueble: Así fue desde el número 1 hasta el 4. Luego se llamó Forma Nueva-El inmueble desde el 5 hasta el 19. Al principio de estos quince números (que son solo trece ejemplares por culpa de los dobles) Forma Nueva aparecía en pequeño y el inmueble en grande, y poco a poco aquella fue creciendo y este disminuyendo. Y ya desde el número 20 hasta el 111 y último se llamó Nueva Forma.
El primer número de El inmueble apareció en febrero de 1966 bajo la dirección del poeta Gabino Alejandro Carriedo. Una de sus secciones, "Forma Nueva", de mobiliario y decoración, fue adquiriendo mayor protagonismo hasta aparecer tímidamente en el título en el número 5, como ya he dicho. Un año después de su aparición, en febrero de 1967, la revista Forma Nueva - El inmueble fue adquirida por la familia Huarte. Pocos meses después, en agosto (nº 19, el último con ese nombre, como hemos visto), Juan Daniel Fullaondo, que había sido redactor de la revista desde el principio, pasó a ser su director. No parece un golpe traumático: Fullaondo ya era redactor y asesor técnico bajo la dirección de Carriedo, y este pasó al Consejo de Redacción bajo Fullaondo. Es decir, no rodaron cabezas ni nada parecido. La relación entre todo el equipo fue muy buena y cordial.
Una cosa que siempre me ha sorprendido es que la revista tiene números sencillos y números dobles que no se diferencian entre sí. Es más: El ejemplar más voluminoso (a ojo, sin contar las páginas, que no eran constantes) es el nº 40, que es sencillo, y uno de los más finos puede ser el 30-31, que es doble. (El 30-31 no tiene ni la mitad de páginas que el 40).
Viendo que hay un número doble al año (más o menos, sin un ritmo constante)(1), yo creo que era una excusa para tomarse un respiro, unas vacaciones. Los números dobles costaban lo mismo que los sencillos, cincuenta pesetas(2), y aun hoy, quienes me han vendido ejemplares nunca han pretendido cobrarme más por ninguno que fuera doble.
Lo que sí pasaba es que por la suscripción anual no te daban doce revistas, sino solo once porque, tan solo nominalmente, una era doble.
Otra observación tonta y hojirrábana que tengo que haceros es que la revista NUEVA FORMA es, a mi juicio, la mejor revista de arte y arquitectura que se ha editado en España (admito que esto tenga discusión), pero también la peor encuadernada de todas (esto sí que no la tiene).
Hojeabas la revista y se quedaba así:
Viendo que hay un número doble al año (más o menos, sin un ritmo constante)(1), yo creo que era una excusa para tomarse un respiro, unas vacaciones. Los números dobles costaban lo mismo que los sencillos, cincuenta pesetas(2), y aun hoy, quienes me han vendido ejemplares nunca han pretendido cobrarme más por ninguno que fuera doble.
Lo que sí pasaba es que por la suscripción anual no te daban doce revistas, sino solo once porque, tan solo nominalmente, una era doble.
Otra observación tonta y hojirrábana que tengo que haceros es que la revista NUEVA FORMA es, a mi juicio, la mejor revista de arte y arquitectura que se ha editado en España (admito que esto tenga discusión), pero también la peor encuadernada de todas (esto sí que no la tiene).
Hojeabas la revista y se quedaba así:
Las hojas iban directamente pegadas al lomo y no soportaban ser pasadas. Según la ibas leyendo, la revista se iba desarmando. (Esto también le pasaba al Libro Amigo de Bruguera, que no necesitaba marcapáginas porque viendo hasta dónde llegaba la destrucción sabías por dónde ibas, pero aun así, no tanto como a Nueva Forma).
Muchas de las que tengo están formadas por láminas sueltas y las tapas hacen de carpetilla, y otras ni eso, ya que las tapas se han roto por el lomo y son también hojas sueltas. Así que no me atrevo ni a hojear las que tengo sin romper: Apenas atisbo las páginas solo un poco, sin llegar a abrirlas del todo, porque sé que como lo haga se deshojarán.
Los editores debieron darse cuenta de ello, o tal vez recibieron muchas quejas de los lectores, porque a partir del número 53 (dedidicado a Carlos de Miguel, una persona de orden) le pusieron a cada ejemplar dos grapas atravesadas por debajo de las tapas.(3)
La revista seguía encuadernándose igual, con las hojas pegadas a tope al lomo, y las grapas no son pues de cuadernillos, sino que una vez encolado el ejemplar cosían las páginas transversalmente.
(Claro, que con ello ya no se podía abrir del todo, y las ilustraciones que montan sobre dos páginas no se pueden ver bien, pero en general sale ganando).
Muchas de las que tengo están formadas por láminas sueltas y las tapas hacen de carpetilla, y otras ni eso, ya que las tapas se han roto por el lomo y son también hojas sueltas. Así que no me atrevo ni a hojear las que tengo sin romper: Apenas atisbo las páginas solo un poco, sin llegar a abrirlas del todo, porque sé que como lo haga se deshojarán.
Los editores debieron darse cuenta de ello, o tal vez recibieron muchas quejas de los lectores, porque a partir del número 53 (dedidicado a Carlos de Miguel, una persona de orden) le pusieron a cada ejemplar dos grapas atravesadas por debajo de las tapas.(3)
La revista seguía encuadernándose igual, con las hojas pegadas a tope al lomo, y las grapas no son pues de cuadernillos, sino que una vez encolado el ejemplar cosían las páginas transversalmente.
(Claro, que con ello ya no se podía abrir del todo, y las ilustraciones que montan sobre dos páginas no se pueden ver bien, pero en general sale ganando).
Una de las dos grapas del nº 53, el primero que las lleva
Ya; ya sé que no digo más que tontunas y superficialidades. ¿Qué esperabais de mí? Así que, aparte de todo esto que cuento, sí diré de pasada que en la España de 1966 a 1975, que era un erial en cuanto a publicaciones culturales y, especialmente, de arquitectura y artes plásticas, la revista NUEVA FORMA, tal vez con Quaderns y Arquitectura, fue el faro que guió(4) a una generación de arquitectos, artistas y estudiantes hambrientos de imágenes, de críticas, de debates, de citas literarias, de Nuevas y de Formas.
Pero a lo que estamos: Revisad las estanterías y, sobre todo, las cajas de los trasteros de vuestros padres y abuelos, y si encontráis algún inmueble, alguna forma nueva o alguna nueva forma mirad mi lista de números y, en su caso, escribidme. Por favor os lo pido. De verdad.
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(1).- Podéis ver perfectamente qué números eran sencillos y cuáles dobles en el cuadro de los que tengo y los que me faltan que he puesto antes.
(2).- El precio subió a 75 pesetas en el número 96-97 (precisamente uno doble), de enero-febrero de 1974 y ya se mantuvo así (dobles y sencillos) hasta el final.
Fue una subida muy grande, del cincuenta por ciento de golpe, pero hay que reconocer que llevaba costando 50 pesetas desde el principio. Durante esos primeros ocho años no había subido y en ese momento era un precio verdaderamente bajo.
(3).- Este dato de las grapas a partir del número 53 no lo da Lucía Pérez Moreno. Ruego, pues, que se me adjudique el mérito de tal descubrimiento, y se me concedan los honores pertinentes por ello.
(4).- Ya. Ya sé que guió no lleva tilde. Pero es que no puedo; de verdad. Es superior a mis fuerzas. La pronuncio ligeramente bisílaba; es decir: No guio, como un cohete, como un fiuuuuu, sino un poco gui-ó. Por eso me pide tilde, aunque sé que no la lleva. Pero es que si leo "yo guie", "él guio" no me entero. Lo siento.
Addenda:
En agosto-octubre de 1984, estando yo en la recta final de la carrera, la revista El Croquis le dedicó su número 18 a Juan Daniel Fullaondo. Aunque entonces él tenía tan solo 48 años y se encontraba en un momento especialmente creativo y exitoso (coincidió con el primer premio en el concurso para el palacio de congresos de Granada y con otras aventuras muy importantes), hay en toda la revista un no sé qué de nostalgia, de pesimismo, de despedida; sobre todo en un pequeño texto de 1978 recuperado de Arquitecturas bis que le había dedicado a la querida y por entonces recientemente fallecida revista Nueva Forma.
Para empezar, el título de ese artículo es Vieja Forma, y para rematar, lo introduce con este texto de Camilo José Cela:
-Alta señora, si del trigo verdial sale el plan tierno, de mi corazón pelón, ¿qué no saldría?
Doña Sol Benjumea dio órdenes a su criada.
-María Salomé, dale una perra al loco y que se vaya.
Y lo termina así:
No pudo ser así. Y la revista se quedó en el aire. Ahora ¿qué nos queda? La sensación flotante, el inventario de unos recuerdos, de unas más o menos vagas imágenes oscilando en el vacío. Muy poco más. Toda la colección, como un póster minucioso e informe de evocaciones, un fotograma detenido, un poco tontamente, en medio de un gesto sin concluir, una sensación cortada de caída... a veces es mejor hundirse en la indiferencia. Una vez más, queridos amigos de Arquitecturas bis, en palabras de Oteiza: "sálvese el que pueda; aquí, de mí mismo hasta la misma coronilla". Buena suerte a todos.
-Cariño: ¿Te vale así?
-Ay, Hernández, al final me va usted a emocionar y todo.
Addenda 24-10-2019
Estoy más que emocionado porque uno de los lectores de este blog, Pablo Barrón, ha visto la lista de números que me faltaban y me ha regalado tres que tenía. Son estos:
Los números 96-97 (dedicado a la Ópera de Sidney, 100 (dedicado a Fernando Redón) y 106 (dedicado a Coderch).
Realmente me ha emocionado tanta generosidad.
Sois ya muchos quienes me habéis regalado ejemplares desinteresadamente, y la verdad es que me lleno de gratitud y de estupor. Muchísimas gracias a todos.
Por otra parte, he conseguido el nº 2, de cuando la revista se llamaba el inmueble.
Así que la lista queda así (por ahora):
Ahora ya sí que tiene una pinta buenísima. (Y a la vez se vuelve cada vez más difícil encontrar un nuevo ejemplar).
Pero a lo que estamos: Revisad las estanterías y, sobre todo, las cajas de los trasteros de vuestros padres y abuelos, y si encontráis algún inmueble, alguna forma nueva o alguna nueva forma mirad mi lista de números y, en su caso, escribidme. Por favor os lo pido. De verdad.
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(1).- Podéis ver perfectamente qué números eran sencillos y cuáles dobles en el cuadro de los que tengo y los que me faltan que he puesto antes.
(2).- El precio subió a 75 pesetas en el número 96-97 (precisamente uno doble), de enero-febrero de 1974 y ya se mantuvo así (dobles y sencillos) hasta el final.
Fue una subida muy grande, del cincuenta por ciento de golpe, pero hay que reconocer que llevaba costando 50 pesetas desde el principio. Durante esos primeros ocho años no había subido y en ese momento era un precio verdaderamente bajo.
(3).- Este dato de las grapas a partir del número 53 no lo da Lucía Pérez Moreno. Ruego, pues, que se me adjudique el mérito de tal descubrimiento, y se me concedan los honores pertinentes por ello.
(4).- Ya. Ya sé que guió no lleva tilde. Pero es que no puedo; de verdad. Es superior a mis fuerzas. La pronuncio ligeramente bisílaba; es decir: No guio, como un cohete, como un fiuuuuu, sino un poco gui-ó. Por eso me pide tilde, aunque sé que no la lleva. Pero es que si leo "yo guie", "él guio" no me entero. Lo siento.
Addenda:
En agosto-octubre de 1984, estando yo en la recta final de la carrera, la revista El Croquis le dedicó su número 18 a Juan Daniel Fullaondo. Aunque entonces él tenía tan solo 48 años y se encontraba en un momento especialmente creativo y exitoso (coincidió con el primer premio en el concurso para el palacio de congresos de Granada y con otras aventuras muy importantes), hay en toda la revista un no sé qué de nostalgia, de pesimismo, de despedida; sobre todo en un pequeño texto de 1978 recuperado de Arquitecturas bis que le había dedicado a la querida y por entonces recientemente fallecida revista Nueva Forma.
Para empezar, el título de ese artículo es Vieja Forma, y para rematar, lo introduce con este texto de Camilo José Cela:
-Alta señora, si del trigo verdial sale el plan tierno, de mi corazón pelón, ¿qué no saldría?
Doña Sol Benjumea dio órdenes a su criada.
-María Salomé, dale una perra al loco y que se vaya.
Y lo termina así:
No pudo ser así. Y la revista se quedó en el aire. Ahora ¿qué nos queda? La sensación flotante, el inventario de unos recuerdos, de unas más o menos vagas imágenes oscilando en el vacío. Muy poco más. Toda la colección, como un póster minucioso e informe de evocaciones, un fotograma detenido, un poco tontamente, en medio de un gesto sin concluir, una sensación cortada de caída... a veces es mejor hundirse en la indiferencia. Una vez más, queridos amigos de Arquitecturas bis, en palabras de Oteiza: "sálvese el que pueda; aquí, de mí mismo hasta la misma coronilla". Buena suerte a todos.
-Cariño: ¿Te vale así?
-Ay, Hernández, al final me va usted a emocionar y todo.
Addenda 24-10-2019
Estoy más que emocionado porque uno de los lectores de este blog, Pablo Barrón, ha visto la lista de números que me faltaban y me ha regalado tres que tenía. Son estos:
Los números 96-97 (dedicado a la Ópera de Sidney, 100 (dedicado a Fernando Redón) y 106 (dedicado a Coderch).
Realmente me ha emocionado tanta generosidad.
Sois ya muchos quienes me habéis regalado ejemplares desinteresadamente, y la verdad es que me lleno de gratitud y de estupor. Muchísimas gracias a todos.
Por otra parte, he conseguido el nº 2, de cuando la revista se llamaba el inmueble.
Así que la lista queda así (por ahora):
Ahora ya sí que tiene una pinta buenísima. (Y a la vez se vuelve cada vez más difícil encontrar un nuevo ejemplar).
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