Estamos en verano, y al insoportable calor se unen un espíritu vacacional y una pereza (galbana se dice en mi pueblo) que no le dejan a uno hacer nada en serio.
Así que en vez de escribir una entrada profunda (¿alguna vez he escrito alguna?) me decanto por una bobería interesante. (Es mi seña de identidad: Interesarme por las bobadas).
Hace poco glosé el fascinante libro El Hacedor (de Borges), Remake, de Agustín Fernández Mallo. Uno de sus textos-experimento consiste en tomar un texto en español (el original de Borges de ese apartado), pasarlo por el traductor de google n veces de un idioma a otro hasta, por último, verterlo de nuevo al español. A ver qué pasa.
Lo que pasa es una broma, sí, pero es mucho más.
Es un descarnado juego para lavar y centrifugar el significado de una frase, para reflexionar sobre la intertextualidad y... Vale, he dicho que esto iba a ser una cosa veraniega y ligerita. Lo dejo ahí.
(Pero pensad en ello: Pensad cómo puede traducirse un texto de un idioma a otro, y a otro, y a otro... Qué va perdiendo en el camino y qué se va encontrando y qué gana. Y pensad además en una traducción automática. ¿Cómo es eso posible? ¿A qué arcanos del sinsentido nos lleva todo eso? ¿Qué inexplicables fisiones semánticas se producen?)
Sobre los efectos de las traducciones automáticas podéis acudir al manual de instrucciones de cualquier cachivache, cuanto más cutre mejor. También podéis examinar la etiqueta de una prenda deleznable. Y recordad que cool iron puede ser planchar en frío, pero también un hierro guay, un hierro chulo.
Si traducimos del español al francés, y de éste al inglés, y luego al italiano... vamos entendiendo las traducciones intermedias (y además vamos constatando que son bastante fieles). Así que decidimos acudir a idiomas que no entendamos en absoluto, que ni siquiera utilicen caracteres latinos, para así no saber nada de los pasos intermedios del proceso, y sólo conocer el resultado final. (Sirva como observación que con este procedimiento también rendimos tributo al Principio de Incertidumbre de Heisenberg y a su Mecánica Cuántica Matricial, que tiene en cuenta los estados inicial y final del sistema, sin preocuparse por los estados intermedios. Pero he dicho que no quería ponerme estupendo y me estoy poniendo). (La verdad es que me encanta buscarle una base científica profunda a mis chorradas. Y la tienen, eh; no vayáis a pensar que soy medio tonto. O sí).
Por lo tanto, elegimos el árabe, el ruso, el japonés y el chino (tradicional; nada de simplificado). Yo no sé si vosotros os defendéis bien en alguno de ellos. Supongo que la mayoría no. En cuanto a mí, aunque viviera cien vidas, no sólo los seguiría ignorando concienzudamente, sino que me seguiría sorprendiendo que alguien osara meterle mano a esos arcanos que superan toda comprensión humana. (Algún día se demostrará que quienes hablan esos idiomas son seres sobrehumanos, bien semidioses o bien cyborgs).
Con ese recorrido poliidiomático tomamos el título de nuestra anterior entrada: ES MERO ESMERO, y lo traducimos automáticamente al árabe. Copypasteamos ese texto árabe y lo traducimos al ruso, y el ruso al japonés, y el japonés al chino (tradicional), y por fin el chino al español.
El resultado es: ESTA DEDICACIÓN.
¡No está mal! Yo esperaba que el texto se hubiera mareado aún más (sobre todo por el juego de palabras que forzaba un poco la construcción inicial), pero ha quedado razonablemente reconocible. Vamos, que está muy bien.
Incluso funciona como antecedente del texto inicial: ESTA DEDICACIÓN ES MERO ESMERO.
Vamos a traducir ahora la tremenda sentencia de Mies que expusimos en esa entrada anterior:
La arquitectura empieza cuando se colocan dos ladrillos juntos con esmero.
¿Qué saldrá? Podéis comprobarlo con el traductor de google, que arroja esta joya:
La construcción comenzará a armar dos ladrillos cuidadosamente.
Señoría: No tengo más que decir.
Chapó por el traductor de marras. Me parece estupendo. Qué tío.
Pues bien: Os invito a pasar otras frases míticas del pensamiento humano por este proceso.
Si no tenéis piscina os puede consolar un poco.
(Si te ha resultado curioso este juego postmoderno de vaciamiento y recarga de significados podrías clicar el botón g+1 que aparece aquí debajo. Vamos, es una sugerencia. Muchas gracias).
"Entre ser daltónico y no serlo, no hay color" queda así: "ser entre daltónico y ningún serlo, ningún color de heno".
ResponderEliminarMe gusta.
"Ningún color de heno", claro que sí!
Ni "azulón", ni "azul verdoso", "basalto", "magenta", "rosa palo", ...
No existen!
Ja, ja, ja, ...
Supongo que en algún paso se ha adulterado ese "hay" y ha pasado a ser "heno", porque lo demás está bastante bien. (¿O soy yo, que ya derrapo?).
EliminarGracias por jugar. Un placer que leas mis chorradas, Francis, y te pringues en ellas.
Abrazos.
José Ramón, he probado con una frase por dos vías:
ResponderEliminar“Los cachondos como tú deberíais estar en el Parlamento”.
Vía francés-inglés-italiano-alemán: “La córnea, como debe ser en el Parlamento”.
Vía árabe-ruso-japonés-chino: “Por otra parte, cachonda, debe Congreso”.
No sé cuál es la peor, pero lo que es seguro es que los cachondos como tú deberíais estar en el Parlamento.
Jajajaja. Muchas gracias por tu aprecio, pero creo que yo allí me aburriría mucho.
Eliminar(Las dos frases resultantes son fascinantes).
Soberana injusticia la que estáis cometiendo con Google. No es culpa del traductor, es efecto natural y consustancial en la transmisión de cualquier información.
ResponderEliminarMi madre, que es una santa, escucha una noticia en la tele (en catalán o castellano) y me la transmite al poco rato en el mismo idioma. La noticia, por el misterioso efecto que os decía al principio, ha cambiado, ya no es la misma, se ha metamorfoseado. No hay mala intención, es un proceso natural e inevitable.
Imagina esa noticia comentada a su vez a su octogenaria también vecina de enfrente, y retransmitida de nuevo al tendero de la esquina. El traductor de Google palidecería ante el poder distorsionador de una cadena humana de chismorreos.
Hagamos el experimento: hacemos correr una noticia entre un grupo de señoras de la tercera edad y luego comparamos el resultado con el poder distorsionador del traductor de Google. Nada que ver.
Un saludo.
Carlos: Yo no me meto con el traductor de google. Está muy bien. (Creo que lo digo en mi artículo).
EliminarDe lo que trato es precisamente de lo mismo que tú dices: De cómo se altera el mensaje al pasar por diversos filtros y criterios, perdiendo muchos matices y encontrando otros.
Es un tema fascinante. Y muy serio, aunque yo lo haya tratado en broma.
Los ejemplos que pones me parecen muy apropiados.
(El otro día hubo en Aranjuez una intervención de la Policía, con sirenas y todo, que se resolvió en nada, pero por todo Aranjuez corrió el falso rumor de que había habido dos muertos. ¿Cómo se produce eso? Es un tema interesantísimo).
Un tema interesantísimo José Ramón. Esto me ha salido con mi texto, no creo que haga falta incluir el original :-)
ResponderEliminarNombre, yo estaba en La Mancha, que no recuerdo el pueblo