El comentario que la acompaña trata en torno a que la fe que todos teníamos en el progreso de la humanidad se ha quedado reducida, por no decir completamente destruida, ante la necesidad de tener que advertir de estas estúpidas obviedades: "No se coma este envoltorio". (Permitidme una adaptación libre por mi parte suprimiendo la tilde).
A nadie se le ocurre, de primeras, escribir esa advertencia. Para hacerlo, alguien te ha tenido que dar un palo muy gordo. Sí; yo veo claramente a un cliente comiéndose el papelajo, poniéndose malo, incluso muy malo, y yendo a ver a un abogado marrullero, si es que no ha sido directamente el bettercallsaul quien le ha ido a ver a él, y poniendo una demanda astronómica a la casa de hamburguesas, que para eso tiene pasta.
Es más, también soy capaz de ver a alguien que necesita mucho dinero y está dispuesto a correr riesgos (como comerse cero coma treinta metros cuadrados de papel encerado) para poder exigir una indemnización a la hamburguesería. Es más, si el aparato digestivo sobreviviera a esa borriquería sin demasiados problemas, el tragón siempre puede alegar daños psicológicos. "Se rieron de mí". "Perdí la fe en la industria alimentaria de este país". "Me han hecho volverme desconfiado y malvado". "Mi novia y mis amigos me han abandonado". "Solté un truño que me recordó a Alien, el octavo pasajero, y me entró mucho miedo". Etcétera.
Si das con un juez especialmente puñetero y disparatado (ah, no, que no existen) te puedes hacer de oro. Y si ese juez además es venal (uy, qué he dicho) no digamos. Para qué queremos más.
Ahora bien: puestos a tener necesariamente que advertir al personal de que no se coma el envoltorio, se me ocurre pensar cuántas cosas no se deben hacer con el envoltorio y no las dicen:
* Introducírselo al prójimo por el conducto no reglamentario.
* Prenderle fuego (en una gasolinera).
* Hacerle una bola y metérselo por el escote a tu primo Eliseo.
* Hacerle una bola y tirárselo a la cara al Presidente de la Cámara de Comercio.
* Hacerle una bola y (vale ya de bolas).
* Frotarse enérgicamente los ojos con él.
* Limpiarse las gafas con él.
* Sonarse los mocos con él.
Es imposible. Es el cuento de nunca acabar. ¿Entonces por qué solo lo de no comérselo? Pues debe de ser porque hasta ahora es la única demanda que han recibido. Pero ya irán llegando y ya irán añadiendo más advertencias.
¿A cuento de qué escribo sobre esto? Pues porque los arquitectos ya estamos así también con nuestros proyectos. En una obra, y en la posterior vida de un edificio, puede ocurrir cualquier cosa, y de casi todas seremos los responsables.
Casi la única tabla de salvación que nos da la legislación es dejarnos redactar el manual de uso y mantenimiento del edificio. Yo me aferro a él como una lapa. Teniendo en cuenta que los cientos y cientos y cientos de páginas del proyecto (especialmente los anexos a la memoria) no se los lee nunca nadie excepto si ocurre una desgracia, para poder acogotarnos, yo ya solo las escribía pensando en esa posibilidad e intentando buscar alguna escapatoria.
Por ejemplo: Desde el CTE somos también responsables de resbalones en la bañera, así que en el manual de uso y mantenimiento: "A la ducha y/o a la bañera se tendrá que acceder obligatoriamente calzando unas botas de buzo con lastre de plomo en las suelas, y, además, antes de proceder al baño o a la ducha, habrá de recitarse el Mahabharata en su idioma sánscrito original y al revés". ¿Me demanda usted porque se resbaló? ¿Ha visto usted la página siete mil trescientos veintidós del manual de uso y mantenimiento? ¿Cumplió lo que ahí se dice? Ah, amigo.
Ese mismo CTE tiene una norma de seguridad para evitar ahogamientos. Y va un cliente y te encarga una casa CON PISCINA. Manual de uso y mantenimiento: "La piscina tendrá puesta todo el tiempo una quíntuple malla de seguridad que impida el baño y que no se podrá quitar bajo ningún concepto y con ninguna excusa". Y así todo.
Y, como con las hamburguesas, una advertencia previa: "Si este proyecto se imprimiera en papel, o se almacenara en cualquier dispositivo físico del tipo que fuera (pen drive, disco duro, CD, pergamino, losa de mármol cincelada, tarjeta de memoria, etcétera), queda terminantemente prohibido comérselo y/o introcírselo por ahí mismo".
A ver si podemos tener un poco de paz en algún momento. De verdad.
Se lo voy a reenviar a mi hijo, arquitectoangustido, para que se ría un rato. Gracias
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