Y a Emilio por el vídeo del final de esta entrada.
Hace muchos años (demasiados, ay) mi padre me llevó al fútbol, y entre la variada fauna que poblaba las inmediaciones del estadio (incluidos caballos de la policía) había un chico dándole toques a un balón.
Lo que hacía era pasmoso: Mantenía el balón en movimiento tocándolo con los pies, con los muslos, con la cabeza. Se giraba y lo daba con la espalda. Se agachaba y lo dejaba parado sobre su cuello. Y sobre sus hombros, y en la cara, y en todas partes. Y el balón nunca se caía al suelo. Era de una habilidad increíble.
Delante de él, sobre la acera, tenía una gorra con unas pocas monedas, con la que nos invitaba a colaborar en su sustento.
A mí me llamó mucho la atención que haciendo unas cosas tan difíciles y tan meritorias necesitara pedir dinero para vivir, cuando los futbolistas, bastante más torpes a mi juicio, ganaban un montón. (No las cantidades inconcebibles que ganan ahora, pero aun así era ya mucho dinero).
Se lo comenté muy sorprendido a mi padre: que por qué no estaba jugando ese chico en el Real Madrid, con las cosas tan difíciles que sabía hacer, y él me dijo sentencioso: "Eso no es fútbol".
Me he acordado de aquella escena porque mi amigo Pedro Torrijos, ante la vista de un puente-museo diseñado por el afamado arquitecto Bjarke Ingels sobre un río en Noruega ha dicho: "A ver cuándo inhabilitan de una vez a Bjarke".
Eso ha suscitado el inevitable intercambio de fuego cruzado (siempre acrobático, de artificio e inofensivo) en el que ha añadido: "Torcer un edificio para que sea absurdamente más caro es algo propio de Calatrava, ya tú sabes, querido".
Y con eso me ha dado esta entrada hecha. No obstante, para poner algo de mi parte añadiré que yo sí que estoy dispuesto a pagar el precio si merece la pena. ¿Ese retorcimiento me aporta riqueza espacial, placer, eficiencia, conocimiento, disfrute? Sea entonces, y con mis bendiciones y aplausos. ¿Es absurdo, como dice Pedro y no me da nada bueno? Pues a la porra.
El puente, llamado The Twist ("El retorcido"), es una galería para el Museo Kistefos. Tiene una forma muy llamativa, y una imagen muy potente.
Como se ve, es un paralelepípedo retorcido. Una idea muy elemental y directa que, sin embargo, presenta muchas dificultades constructivas.
Al esperado retorcimiento:
Vaya, me vais a decir que soy medio tonto, pero yo esperaba que de alguna manera en el retorcimiento el usuario anduviera por una especie de banda de Möbius, una superficie que se revolviera sobre sí misma, como se ve por fuera, y pasara, girando y girando, de empezar andando vertical a acabar horizontal. Sí: Ya sé que eso es imposible, pero confiaba que a un arquitecto tan brillante se le hubiera ocurrido algo, al menos metafóricamente: Un espacio que fuera sensible al gesto que alumbra el proyecto. (O que lo apaga). La vista interior de ese nudo (fotografía de aquí arriba) no es fea, tiene su atractivo, pero algo me dice que para ese viaje no necesitábamos tantas ni tan caras alforjas.
(Nota.- Si algún lector me dice "pues a mí me gusta" le contestaré que hace muy bien y que tiene todo el derecho y razón. A mí también me gustaba mucho el acróbata del balón. Pero recordad a mi padre: "Eso no es fútbol").
Ni siquiera por fuera es tan delicioso como pretende, y se queda un poco en agua de borrajas, pero es que por dentro decepciona mucho:
Y contestamos: "Ya". "Ya lo había entendido". Y nos reafirma en que todo ello es una futesa.
Me parece graciosa, divertida, bonita, inútil, innecesaria, caprichosa, simpática, atractiva, esto, lo otro y lo de más allá. Exactamente, repito, como el de la pelota, que, por cierto, ¿cuánto le habría durado a Goyo Benito?, ¿cómo le habría interceptado un pase a Vicente del Bosque?, ¿cómo habría parado a Juanito o a Santillana?
No. Definitivamente eso no es fútbol. Esto sí lo es. Quien lo probó lo sabe.
Es un excelente trabajo, en el detalle arquitectónico y también en la parte estructural de su ingeniería. Yo le pondría 100 si fuese un trabajo práctico de tercer curso de la escuela de arquitectura, lo tomaría como un “estudio”.
ResponderEliminarAdmiro sobre todo a los constructores de esta obra.
El fútbol es una disciplina donde hay que dominar una serie de habilidades, y cuánto mejor seas en cada apartado mejor consideración y caché vas a tener. Y la acrobacia que también tiene su dificultad otra. A mi me gustan las dos y no es una menos que otra. Responden a distintas funciones y necesidades. Lo estético también tiene su función y puede ser muy rentable y eficiente en términos económicos de coste beneficio. Hay un fútbol que también puede tener sus dosis de acrobacia . ¿ Quién es mejor Laudrup o Ronaldiño? ¿ En el futbol o en el baloncesto son necesarios todos los movimientos y filigranas para anotar o meter gol? No siempre .¿ Por qué un jugador en vez de anotar una bandejita segura va y hace un alley hoop saltando desde muy lejos? Porque el alma humana necesita también espectáculo y virguerías y el más dificil todavía. El sr Torrijos es un purista y en cierta forma un fundamentalista.
ResponderEliminarSi la acrobacia ( un sombrero, una rabona, un caño, una tijereta, etc) no lastra o impide la efectividad de la jugada en el fútbol ¿ Dónde está el problema? La arquitectura tiene también una dimensión estética, artistica, no son sólo máquinas de habitar. La funcionalidad no se puede reducir sólo a la cuestión tecnológica o estructural. Sólo de pan no vive el hombre. Eugenio D,Ors llamaba a la arquitectura más cicatera y purista la cuaresma de la arquitectura. Y no le faltaba razón porque hay un pensamiento dogmático religioso detrás de algunas posturas.
ResponderEliminarNo se nada de futbol, lo practique muy poco y a mi hijo le hice ver que a las 9 de la mañana en León y en invierno no se podía estar corriendo por el campo (y yo en una banda), eso sí me gusta el futbol, los partidos de la selección, un partido del Madrid, alguno del Barcelona o incluso del Atlético a partir de ahí es el deporte mas coñazo que he visto.
ResponderEliminarPues con la Arquitectura me pasa lo mismo a veces sale un buen partido.
Del proyecto hay muchos ejemplos de edificio-puente, y el problema es que no se si es mejor o peor que el de Hadid en Zaragoza, o el de Vecchio o Rialto. Consigue romper la espacialidad (vamos que no sea un tubo) con la torsión y la solución técnica nos la puede resolver The General.