Nota previa: ¿Qué haces cuando ya tienes casi escrita una entrada en este blog y al irla puliendo en el repaso final te enteras de datos nuevos y te das cuenta de que estabas equivocado (o ahora crees que lo estabas)? Pues supongo que modificar la entrada y redactarla según lo que crees ahora, ¿no? Pues no. No me sale. Ahora veo, gracias a un dato aportado por la Fundación-Museo Jorge Oteiza, que la anécdota que pretendía contar tiene mucha más profundidad de lo que pensaba, y necesitaría que la contara un investigador más serio que yo, que soy un indocumentado sin ningún peso académico ni solvencia alguna. No obstante, la publico de todas formas. Me contradigo y corrijo sobre la marcha, y cambio de opinión en el punto donde me he enterado del dato nuevo. Dejo los hilvanes sin rematar por si le pueden valer a alguien que sepa y quiera.
(Dicho lo cual, voy con mi entrada):
Seguro que todos conocéis el proverbial dicho de aquel tallista de imágenes religiosas que sobre ser muy malo era de muy buen conformar y muy despreocupado: "Si sale con barbas, San Antón; y si no, la Purísima Concepción".
(Dicho lo cual, voy con mi entrada):
Seguro que todos conocéis el proverbial dicho de aquel tallista de imágenes religiosas que sobre ser muy malo era de muy buen conformar y muy despreocupado: "Si sale con barbas, San Antón; y si no, la Purísima Concepción".
Es una frase muy reconfortante y consoladora, muy digna de aplicar a todos quienes nos equivocamos y, pretendiendo hacer una cosa, hacemos otra. Santa y bella frase que deberíamos grabar y tener muy a la vista en nuestros lugares de trabajo.
Traigo esta bella divisa hoy aquí para contaros que Jorge Oteiza estaba haciendo el retrato de Ramón Laborda, sacerdote abertzale, estimable tenor y creador de coros y grupos de danza, y sin quererlo le salió el de Juan XXIII.
Estaba Oteiza enfrascado con Ramón Laborda y todo el que lo veía le decía: "Caray, Jorge, qué bien te está quedando Juan Veintitrés. Es que está clavado".
Ramón Laborda y Juan XXIII
Él protestaba: "Que no, leche. Que es Ramón Laborda". A lo que le contestaban: "¿Y quién es Ramón Laborda. Ese es el Papa".
Así que el autor, resignado -también él veía que el retrato le había salido mal y tiraba mucho al cardenal Roncalli-, lo acabó titulando como retrato doble.
Así que el autor, resignado -también él veía que el retrato le había salido mal y tiraba mucho al cardenal Roncalli-, lo acabó titulando como retrato doble.