lunes, 24 de noviembre de 2014

De Divina Architectura

En la naturaleza no hay una sola línea recta, ni un círculo perfecto, ni un cubo, ni una esfera.
Hay muchas figuras que casi lo son, pero la materialidad estropea la pureza de la idea platónica.
La pirita cristaliza en cubos... casi perfectos. Los planetas son (casi) esféricos. Los juncos son (más o menos) rectos. Etcétera.
Se diría, con Platón, que la idea de la que proceden los objetos reales sí es perfecta, pero los objetos ya no lo son.
La arquitectura pretende lo imposible: Hacer objetos que respondan fielmente a una idea pura y abstracta. La arquitectura desafía a la cruda realidad y no acepta que siempre venga el tío Paco con la rebaja. No hay rebaja.

San Pedro del Vaticano. Planta.

Refugiarse en una cueva es algo natural, instintivo. Amontonar material (ramas, paja, hojas, pieles...) para meterse dentro, también. Lo que no es nada instintivo, ni nada natural, es trazar un ángulo recto así, para empezar, para mostrar los principios irrenunciables que uno profesa. ¿A santo de qué? ¿Tiene algo que ver trazar un ángulo recto con procurarse un refugio, un abrigo? No. Nada en absoluto.
Trazar un ángulo recto tiene que ver con otra cosa. Tiene que ver con ordenar el mundo. (Con intentarlo, al menos).

Triángulo 3, 4, 5.
Esto me lo enseñó un albañil en mi primera obra.
Yo me sabía el teorema de Pitágoras y él no, pero él sabía
hacer esto, que a mí no se me habría ocurrido jamás. 

Ser arquitecto implica tener una alta dosis de soberbia luciferina. Consiste en verse con fuerzas para desafiar al caos, y en tener una confianza ciega en la capacidad de crear orden.
(Caín fue expulsado del Edén y diseñó una ciudad).
Ser arquitecto implica estar convencido del poder demiúrgico de varias operaciones muy poderosas, y tener la osadía de llevarlas a cabo.
El arquitecto mide un terreno y se lo lleva a su estudio. (¡Se lo lleva a su estudio!). Allí dibuja, sobre la representación planimétrica de aquel terreno, la de un edificio. Baraja la organización en planta con las alturas y desniveles en sección, y busca el auxilio de croquis rápidos, monigotes, detalles y esquemas que muy a menudo le sacan de un callejón sin salida para meterle en otro.
Al cabo del tiempo el organismo artificial y artificioso toma entidad, funciona. Y finalmente se lleva de nuevo al terreno, de donde vino todo.
En el terreno se dibuja la silueta del edificio (y los ejes de estructura y otras referencias) a tamaño natural, para lo que se empieza por clavar una estaca y trazar un ángulo recto.
Con esa operación, aquel terreno irregular, natural, lleno de barro o polvo, o de árboles, ese terreno magmático, cósmico e inaprehensible, queda preñado de una criatura geométrica, que es fruto de una mente lógica que cree en líneas rectas y en figuras platónicas.
Eso es una pasada, una sensación indescriptible, un vértigo terrible.
Por supuesto que la pureza platónica nunca se consigue. La materialidad impide el triunfo de lo abstracto, del arquetipo. Pero esa materialidad le da a la arquitectura su peso y su dimensión. Es decir: Lo grandioso es el fracaso. Lo grandioso es aspirar a lo abstracto y quedar en lo concreto; aspirar a la perfección y asumir los errores y las limitaciones... para seguir aspirando a la perfección.

Tengo amigos (incluso inteligentes) a quienes no les parece que lo más fantástico que se puede ser en esta vida es ser arquitecto. No lo puedo entender.
En fin; hay gente para todo. Supongo que habrá quien crea que curar enfermedades o dar de comer a la gente también tiene algún mérito.


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8 comentarios:

  1. La verdad es que en nuestra profesión existen esos momentos en los que te sientes "grande y pequeño" a la vez. Contemplas un espacio que está cerca de esa idea platónica, y te abruma. Supongo que es algo similar a la mirada de un astrónomo cuando observa una galaxia, o un cirujano que opera alguna parte del complejo cuerpo humano. También es verdad, que donde se “mueven pasiones”, a veces se “revuelven las tripas”… es un estado Amor-Odio continuo.

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  2. Es una reflexión interesante, pero también hay arquitectos que abominan del ángulo "exactamente" recto y creen que la virtud está cerca de él pro no en él. Me encontré esta idea, que me ha dado mucho que pensar, en el inagotable "Lenguaje de Patrones" de Christopher Alexander y, tiempo después, en los escritos de Chillida (http://tinyurl.com/kt7lj33)
    Saludos y enhorabuena por el siempre interesante blog!
    Iago López

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    1. Tienes toda la razón, Iago, pero he hablado del ángulo recto como símbolo de imponerle una geometría a la naturaleza; una voluntad de ordenar el caos.
      Naturalmente, no tienen por qué ser ángulos rectos.
      La arquitectura menos "geométrica" también impone su presencia calculada y diseñada a la naturaleza.
      Muchas gracias por tus palabras.

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  3. “…la mayoría de espacios de un edificio deben ser polígonos, en planta, con paredes aproximadamente rectas y esquinas obtusas (digamos entre 80 y 100 grados). En general, lo más probable es que sean irregulares, aproximadamente rectangulares. De hecho, el respeto al emplazamiento y a las sutilezas del plan llevarán inevitablemente a formas ligeramente irregulares.” Christopher Alexander. Patrón 191 “Forma del espacio interior”

    Creo que, en el caso de Alexander, la idea es precisamente evitar "imponer" respetando las sutilezas del lugar (incluso es partidario de proyectar in situ, evitando llevarse el terreno a su casa).

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  4. MELANCOLIA I

    https://toisondegrafito.files.wordpress.com/2013/02/invent_029774_dur.jpg

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  5. La perfección existe, pero es imperfecta. Esa imperfección es precisamente el origen de la infinita diversidad en cualquier ámbito espacio-temporal.

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  6. Una vez más, hermoso artículo. ¡Sí señor! Muchas gracias por plasmar en texto aquellos valores, sensaciones e ideas que tenemos dentro los arquitectos (o al menos nosotros). Ayuda a seguir luchando en las duras circunstancias porque nos recuerda que existen compensaciones íntimas como ésta.
    Enhorabuena

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  7. Muy interesante artículo.

    En verdad, si hemos de escuchar lo que nos dice la física más avanzada, resula que el mundo en que vivimos es totalmente geométrico y sujeto a leyes matemáticas. Era éste el mayor misterio que intrigaba a Einstein acerca de nuestro universo: que encajase perfectamente en leyes matemáticas comprensibles por seres humanos.

    En el artículo usas la palabra caótico, entiendo que como sinónimo de "desordenado", o sin orden. Pero resulta que las cosas que nos rodean siempre tienen un orden. En matemáticas lo caótico no es algo sin ley, es algo que evoluciona de un modo imprevisible según nuestras capacidades de cálculo, es decir, un sistema que es muy sensible a las condiciones de partida. Es curioso ver cómo la misma palabra, caos, tiene significados tan distintos en el habla ordinaria y en la jerga de la ciencia.

    Sobre la inexistencia en el mundo real de los objetos perfectos, pues hay discrepancias. Si escuchamos lo que dice Roger Penrose (y otras eminencias), matemático de fama, los entes matemáticos son absolutamente reales y existen con independencia de nuestras mentes. Sencillamente los vamos descubriendo. Es decir, un platonismo en toda regla. Con argumentaciones muy fuertes para justificarlo. Yo personalmente no creo en ello, pero las pruebas que plantea son fuertes.

    Total, que lo de pretender llevar orden al supuesto desorden de la naturaleza es algo contradictorio. Ya hay orden en la naturaleza. Realmente, creo que ninguna obra humana puede ser desordenada. Por mucho que se esfueren sus autores. Mucho menos una obra de arquitectura. Ni siquiera los arquitectos que supuestamente apuestan por una imagen "caótica" lo consiguen: hay gran orden en todo lo que hacen.
    : )

    Sobre el ángulo recto, su aparición en las cosas humanas me parece de lo más elemental: es el cruce entre la línea del horizonte y el ser humano que mira (o con cualquier otro elemento vertical que se desee, como un árbol). El suelo plano donde mejor caminamos, y la vertical de la gravedad, la fuerza que mayoritariamente domina nuestras vidas conscientes (el electromagnetismo y las otras fuerzas fundamentales se escapan a nuestra atención consciente).

    Supongo que usamos la geometría y las proporciones como ayudas en el proyecto. Y la geometría no se reduce a cubos y ángulos rectos (bueno, en el caso de los minimalistas extremos sí, con sus casas-cárcel donde si mueves una silla se va a tomar por culo todo el orden, la armonía, el tao, el zen y la madre que lo parió del invento) : )

    Dudo que ninguna obra de arquitectura consiga nunca afectarme como la posibilidad de contemplar una galaxia en todo su esplendor, pero bueno, lo de la galaxia no es algo posible hoy--y quizá nunca--y lo de la arquitectura queda más a mano.

    José Ramón, gran artículo. Tocas todos los palos...hasta los que se ocultan.

    M

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