Dedicado a mis dos amigos Manueles: Manuel Benítez
y Manuel Pina, por una discusión (muy borde por mi parte)
que tuvimos el otro día. Lo siento mucho. Me pongo muy bruto.
Entre aquella época de la escuela de arquitectura y la actual hay una turbia (y lucrativa) etapa de profesional exitoso que compraba revistas caras para ver las pornográficas fotos, y que no se alimentaba de idea alguna nueva, sino que regurgitaba los conceptos que había adquirido en la escuela.
Ahora, debido a la enorme bajada de actividad profesional, mi atención vuelve hacia la arquitectura como tal, a muchas cuestiones que no comprendo y al afán de buscar explicaciones y motivos.
Tengo muchos libros a mi alcance, tanto en mi biblioteca particular como en bibliotecas públicas, y además tengo acceso, como digo, a blogs y páginas muy inteligentes sobre arquitectura.
Pero leo y escucho lo de "crítica de la arquitectura" y cada vez entiendo menos.
¿Qué es "crítica"? ¿Qué significa eso?
"Esto no es una pipa". En efecto: Es un cuadro de René Magritte.
Un cuadro que habla de una pipa.
Metalenguaje, referencia, discurso, teoría... ¿Crítica?
Lo digo en serio: No sé qué es la crítica. Tengo muy buenos libros de arquitectura, ¿pero son historia?, ¿son opinión?, ¿son teoría? ¿Qué son? Si me cuentan cómo influye tal movimiento en tal otro son historia. Si me explican un concepto arquitectónico son teoría, si hablan de un proyecto de fulano son incluso biografía. Repito: ¿Qué es crítica?
Las actividades humanas cuya supuesta crítica vemos más a menudo e incluso tienen un hueco destacado en los medios de comunicación son el cine, la literatura y, ahora, la gastronomía. Pero los supuestos críticos de cine se limitan a decir si una película les gusta o no, y vemos que la misma película se tilda de obra maestra en tal periódico y de obra fallida en tal revista.
Los críticos de literatura a menudo nos cuentan la biografía de un autor, o las circunstancias metaliterarias de tal libro, pero rara vez aportan algo útil al libro en sí. Y a menudo, como los ya mencionados críticos de cine, nos dicen sólo si les gusta o no. (La primera parte es prometedora, pero la segunda decae, o es lenta, o no tiene tensión... Y yo pregunto: "¿Respecto a qué?").
Los críticos de literatura a menudo nos cuentan la biografía de un autor, o las circunstancias metaliterarias de tal libro, pero rara vez aportan algo útil al libro en sí. Y a menudo, como los ya mencionados críticos de cine, nos dicen sólo si les gusta o no. (La primera parte es prometedora, pero la segunda decae, o es lenta, o no tiene tensión... Y yo pregunto: "¿Respecto a qué?").
En cuanto a la crítica gastronómica, los supuestos críticos se han revestido del vacío discurso automático y dicen chorradas tetradimensionales que no entiende nadie y que no contienen nada. Y que se sumen en el ridículo más profundo a base de querer ascender al cielo de los aromas inefables y delicuescentes.
Vale. Se supone que la crítica es una labor social, pedagógica, investigadora. Se supone que es una función ética y una búsqueda de la verdad. Pero yo no sé lo que es ni dónde radica.
Entiendo perfectamente qué es la historia: Un libro que trate de tal arquitecto o de tal movimiento, y lo relacione con otros, y nos cuente circunstancias culturales, sociales, económicas del contexto. Eso está claro.
También entiendo qué es teoría: Un libro que trate sobre el espacio, el vacío, la verticalidad, la estructura, la centralidad... Etcétera. Conceptos arquitectónicos, constructivos, tecnológicos, espaciales, etc.
Pero la crítica implica juicio. Después de contarme las circunstancias formativas de tal obra, y los conceptos y elementos que engloba... Quiero saber si es BUENA o MALA.
Eso sí que es difícil.
Porque para hacer crítica hay que tener un criterio. Para juzgar algo hay que tener un código, un rasero, una norma con que medir y comparar eso que se juzga.
En otras épocas históricas hay criterios más claros. En el movimiento moderno también; por supuesto. El movimiento moderno es bastante dogmático.
Pero una vez rebasado el momento cumbre de la arquitectura moderna, una vez superado el código, entramos en el dominio de la obra abierta, del post-estructuralismo, y adiós al sujeto, adiós a los códigos y adiós a los criterios castradores y rígidos.
A partir de ahí, de la "mierda enlatada de artista" o de la "forma expresiva no funcional", hemos perdido el norte.
Yo, cuanto más leo, menos entiendo y menos sé.
En este escurridizo mundo crítico recurrimos, casi con desesperación, al método de la abducción. (Ya hablaré algo de él, aunque me supera). Buscar métodos deductivos o inductivos ya no nos vale, porque con ambos métodos o parto de un código o llego a él, y ahora lo que no tengo es código.
El método abductivo es un bastón blanco para tantear en la oscuridad y para dar palos a ver si alguno acierta.
El método abductivo (no sé cómo) me debería servir para decir con autoridad, o al menos con seguridad que el edificio de arriba SÍ y el edificio de abajo NO. (Ah, y que no me pregunten por qué).
Con métodos racionales, analíticos, lógicos, sé que todos los defectos que le atribuya al edificio de abajo para denigrarlo se los puedo atribuir también al de arriba.
¿Entonces qué? ¿Una crítica a capricho? ¿Una crítica del "pues a mí me gusta"? ¿Ah, sí? Entonces no puedo discutir nunca más con mis amigos Manueles, porque a mí me gustan unas cosas y a ellos otras, y si sólo es por eso todos tenemos la misma razón: ninguna.
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En un programa debate TV hace años entre otros estaban Antón Capitel (profe mio) y Jimenez Losantos y en un momento se ponen a hablar de la torre Picaso (edificio emblema y lo mas moderno y alto de aquella). Losantos defendia el edificio y Capitel le decía que era un desecho americano, que si no tenia tal o cual... Losantos ante falta de argumentos le dice que sobre gustos no hay nada escrito a lo que Capitel de contesta “que sobre gusto hay mucho escrito, lo que pasa es que hay que leerlo”
ResponderEliminarLa crítica es lo que dice mi madre (ama de casa con estudios justos) cuando le enseño un cuadro de Pollock y después me hace unos callos con garbanzos y en ambos casos se me saltan las lágrimas.
Hombre y el motivo para criticar a Calatrava es decir que le tienes "paquete" y sobran argumentos mas teóricos.
De entre todas las artes, la arquitectura es la única funcional, esto en el sentido de que responde a necesidades más complejas que las demás... o por lo menos a más necesidades en un solo resultado. Me parece que la arquitectura transcurre en una gama de grises entre el negro y el blanco... y siempre habrá quien prefiera el negro o quien prefiera el blanco. No existe el edificio platónico hecho realidad que deje tranquilos a todos; y está bien que sea así o la vida sería aburrida. Las necesidades las crean las personas y las personas somos todos muy distintos, por lo que es imposible crear la arquitectura "llave maestra". Es en este mar de incertidumbre que se maneja la crítica de la arquitectura. Lo importante es que lo que se diga tenga cierta base y fundamento y no sea producto de "lo que salga". En esta época de la desinformación es importante entender quien hace la crítica y a dónde quiere llegar con su crítica. La arquitectura es lo de menos, pues siempre sera alta o baja, cara o barata, bonita y fea a los ojos de cada espectador. saludos.
ResponderEliminarDice la RAE:
ResponderEliminarExamen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc.
o bien conjunto de los juicios públicos sobre una obra, un concierto, un espectáculo, etc.
Dices:"En cuanto a la crítica gastronómica, los supuestos críticos se han revestido del vacío discurso automático y dicen chorradas tetradimensionales que no entiende nadie y que no contienen nada." Y, lo peor es que en la crítica, aunque yo prefiero llamarlos comentarios, de obras de arquitectura muchas, muchísimas veces, se emiten juicios que nadie entiende y que son absolutamente hueros. Y por eso, los políticos compran las obras que compran. No será que la falta de comida para millones y la falta de techo, de abrigo para millones nos ha hecho perder el norte? Y que hemos estado ensalsando obras faraónicas y ¡Ohhhhh! "emblemáticas", las esferificaciones de plátano y las espumas de chuletón y nos hemos olvidado de lo básico de todos los días! Pareciera ser, por suerte, que la nueva generación de arquitectos está mirando más hacia lo local, hacia lo salvable de los derribos, hacia todo lo que forma parte del entorno y de los conocimientos desde siempre para aquellos que no esferifican nada. Se imaginan una espuma de paella servida y comida sobre una mesa de roble "esferificado"? Alberto Lerner
ResponderEliminarMuy interesante, especialmente la confrontación Utzon-Calatrava. Yo sí creo que valdría la pena intentar justificar, más alla del me gusta/no me gusta, porque uno sí y otro no, aunque para eso habría que ir primero a Sidney para asegurarse de que es realmente un sí, ya que hay bastantes sorpresas -tanto agradables como desagradables- cuando se ven obras legendarias en vivo y en directo. Por ejemplo, ahora que estoy emigrado en México DF, me han sorprendido muy gratamente algunas obras de Candela que, aunque también tienen un aire de familia con "cosas" de Calatrava (al que por cierto, siempre defendió), cuando te las encuentras "de cuerpo presente" es sorprendentemente humana, austera, y (de escala) doméstica, calificativos que jamás aplicaría a la obra del valenciano.
ResponderEliminarSaludos y enhorabuena por el blog que sigo con atención desde hace tiempo!
Iago López
Hombre José Ramón, la verdad es que abordas un tema, el de la crítica de arte, me da igual que sea de arquitectura, de literatura, de cine... que es del tipo de los que se plantean en las tertulias de radio o televisión; es decir, que no tienen solución y por eso dan tanto juego.
ResponderEliminarNo sé si estoy muy de acuerdo con la definición que das de la crítica; con lo que no estoy nada de acuerdo es con tu exigencia de que, al final, la crítica establezca si la obra es BUENA o MALA, porque ahí entramos en el tema de las valoraciones y éstas son personales.
Creo que convendremos en que lo que caracteriza a toda obra de arte es que contiene una reflexión del artista sobre determinados temas. La calidad del artista, y de la obra, radica en la naturaleza de esos temas: pueden ser temas más o menos banales y puede también que despierten mayor o menor interés en el observador, depende de su formación (*). Es por esto que la obra de arte se completa con la mirada del observador. Una obra de arte es universal cuando los temas que plantea lo son y es inmortal cuando ocurre lo mismo.
Se da además la circunstancia de que estos temas, en ocasiones, los introduce el artista de forma inconsciente, están en su mente y quedan reflejados; pero no tenemos un control absoluto de nuestra mente y por eso no lo tenemos de nuestra obra.
La crítica lo que hace es indagar sobre esos temas, ponerlos al descubierto. Es, necesariamente, una visión personal del crítico y le toca, una vez más, al observador valorarla.
(*) En este tema de la formación del observador es donde encaja la discusión sobre famosa frase de “sobre gustos no hay nada escrito” (me apunto la respuesta de Antón Capitel a Jimenez Losantos que cita amasu. Yo entiendo que es cuestión de gustos que te guste más el Rioja que el Ribera del Duero, pero si te gusta más el Don Simón que cualquiera de los anteriores no es una cuestión de gustos es falta de educación del paladar.
Estoy de acuerdo contigo, MJ. Muchas gracias por tu comentario, y muchas gracias a los demás comentaristas, todos muy acertados.
EliminarAun estando de acuerdo contigo, quiero insistir en que leo mucho, reflexiono bastante (como todos nosotros) y me creo capaz de documentarme sobre historia, circunstancias, teorías, etcétera, y soy capaz de hablar sobre tal artista o tal obra. Pero creo que la crítica añade a todo eso un CRITERIO DE VALIDEZ. (Llámalo como quieras. Yo he dicho "buena" o "mala" para simplificar). Me reafirmo en que la crítica nos tiene que suministrar un criterio, y ahí es donde veo el gran problema.
Es decir: Conocer, entender, reflexionar, justificar... creo que es alcanzable a base de estudio, observación y reflexión. "Juzgar" lo veo, como bien dices, algo sin solución. Porque no hay criterios objetivos, ni fijos, ni inamovibles.
Por lo tanto, ya me doy por satisfecho con que alguien diga: "Esta obra, según mi criterio..." y que tenga algún criterio, aunque no sea ni universal ni permanente. Pero por lo menos que sea lo más honrado posible.
Repito: Muchísimas gracias a todos.
MJGE: ¿dónde están los límites entre gusto y educación cuando vamos descendiendo desde el Rioja y el Ribera del Duero hasta los que van ascendiendo desde Don Simón? ¿Quién los establece, y con qué criterios? Bajo mi punto de vista, la objetividad sí que existe, pero es imprescindible definir muy bien la vara de medir, establecer de común acuerdo unos criterios concretos y medibles. Otra cosa es que la crítica que de ahí surja sólo sea válida para los definidores de esa vara de medir y en ese momento.
EliminarEste. Exactamente este es el punto al que me refería cuando dije que un debate sobre este tema no tiene solución. Y no es, en realidad, que no la tenga, que yo creo que si la tiene, sino que no somos capaces de racionalizarla.
EliminarDisculparme si me muevo en terrenos filosóficos, pero es que éste es un tema abordable sólo desde la filosofía.
No conocemos más que parcialmente la naturaleza humana y, por lo tanto, hay aspectos de ella que no podemos encajar en nuestras estructuras lógicas de razonamiento y menos aún del lenguaje, explicarlos; pero eso no quiere decir que no estén funcionando.
Todos sabemos que el vino Don Simón no es comparable con un Vega Sicilia, ni un cuadro de Picasso con uno de mi vecino de enfrente, por muy bien que le quede pintado el caballo. ¿Por qué? Porque están en distintos niveles ¿quien establece esos niveles? No lo sabemos, sólo que esos niveles existen. Al no poder reducirlos a una lógica lo único que podemos hacer es constatar su existencia.
No creo que la cuestión sea establecer de forma convenida una vara de medir al estilo de la “barra de platino e iridio que se conserva a cero grados...” Yo creo que esa vara de medir forma parte de la naturaleza humana, probablemente no sea innata sino que se vaya generando a lo largo de nuestra existencia. Cuando una pieza de Mozart te emociona y te pone un nudo en la garganta no es porque hayamos sacado la vara de medir y comprobado que ocupa un lugar alto. Parece ser que se produce ese mismo efecto cuando un español escucha el pasodoble “España cañí” en el extranjero. Bien, podemos concluir que hay un sedimento de recuerdos, de emociones que se va depositando en alguna parte de nuestro cerebro y que es susceptible de ser estimulado por algunos fenómenos externos como el arte. Esto es algo que podemos constatar, no, de momento, explicar, aunque la humanidad está en ello. Lleva buscándole explicación desde que tenemos noticia. No seré yo quien hoy y aquí dé con ella.
Ese sedimento susceptible de ser estimulado tiene distintos rangos; Mozart puede emocionar a cualquier habitante del planeta, “España cañí” sólo a los españoles y no a todos, porque el concepto universal, que podríamos aplicar a la obra de Mozart tiene también una acepción en cuanto a la totalidad de los estratos sociales de una población; hay estímulos que llegan a todos y otros sólo a los iniciados.
Porque sabemos también que los sentidos se educan y un oído educado puede apreciar matices en la música de Mozart que pasan desapercibidos para oídos no cultivados, lo mismo que ocurre con el paladar en el caso del vino, con la vista en el caso de la pintura, etc.
Todo esto sabemos que funciona así, aunque no sepamos explicarlo ni justificarlo.
No quisiera extenderme demasiado ni salirme del tema pero hay otro campo en que se puede apreciar muy bien esta cuestión, el de la Justicia. Ahí si hay una vara de medir, la Ley. Ahora bien ¿Es justo aquello que establece la Ley? Todo el mundo, aunque desconozca la Ley, tiene un sentido de la justicia que no siempre coincide con lo que dice la Ley. ¿De donde procede ese sentido de la justicia?
Todo este terreno tan desconocido de las emociones es el terreno en el que se mueve el arte y por eso es imposible establecer criterios, varemos, escapa a nuestra racionalidad, a nuestra comprensión, si embargo constatamos que hay obras que nos emocionan y otras no y que poseer una formación tiene incidencia en la diferenciación entre lo que nos emociona y lo que no. No sabemos más.
Perdón por la extensión y gracias José Ramón por el espacio.
Me entusiasman vuestras intervenciones.
EliminarDe alguna forma Wallace plantea algo que siempre me ha llamado la atención: Conozco a varios licenciados en Bellas Artes (mi hermana lo es), y dibujan maravillosamente bien. Unos muy bien, otros mejor, otros mejor... y luego está Miguel Ángel. ¿Dónde está el peldaño para ser un genio? Por una parte es un peldaño de poquísimos milímetros, pero por otra es un abismo. Creo, como dice MJ que no existe la gradación continua que indica Wallace, sino un salto, un cambio de plano o de dimensión. No hay continuidad.
(Y no la hay porque no queremos que la haya).
Creo que hay una convención, una barrera que nosotros mismos marcamos y que dice que los dibujos de Miguel Ángel están en otro plano, no comparable al de los dibujos de los mortales, por muy buenos que sean.
Y además, cuando veo un dibujo de Miguel Ángel sin saber que es de Miguel Ángel lo compararé con otros en el mismo plano, con la gradación que dice Wallace. Pero si ya sé de antemano que es de Miguel Ángel lo elevo a lo sublime y no comparo. (Esto último que digo contamina aún más el problema de la crítica).
Expondré esta idea en una próxima entrada. Muchas gracias por sugerírmela.