A finales del año pasado, el alma de la prestigiosa página web de arquitectura veredes me pidió una colaboración, que consistiría es seis artículos, a publicar desde enero hasta junio de este año.
Pues bien, estamos en junio y éste es el sexto y último de mis artículos. Se titula "Bendito anonimato" y lo podéis leer aquí.
Hago público una vez más mi agradecimiento a veredes, a su trabajo duro y eficaz por la difusión de la arquitectura, y a su generosidad por invitarme a colaborar en tan magna labor.
Para mí ha sido muy agradable, pero me he encontrado en una situación rara, porque paralelamente he seguido publicando mis cosas en este blog. De una forma inconsciente he separado en mi mente los temas que consideré más apropiados para veredes y los que pensé más aptos para mi blog, y esa escisión cuasi esquizoide se me ha transmitido a mi personalidad. Creo que se aprecian diversos estilos, enfoques y tonos allí y aquí. (No sé, es una sensación que tengo).
En esta última entrega hablo del necesario anonimato en la arquitectura. Nosotros, los arquitectos, veneramos a los autores de los edificios; pero el resto de los ciudadanos no los conocen, y no sólo eso no importa, sino que es bueno. Los edificios se integran de forma natural en la ciudad, y se descargan de personalismos y divismos. Muy a menudo, demasiado a menudo, cuando todo el mundo conoce el nombre del autor de cierto edificio nos hayamos ante un edificio inadecuado o fallido.
Ahí os lo dejo. A ver qué os parece y qué opináis al respecto.
Nos vemos en veredes.
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