Punset vs Racionalismo

Eduard Punset es un tipo encantador. A mí me parece un humorista de primera, y me lo paso muy bien escuchándole. Otra cosa muy distinta es que en este marasmo de incultura y de brutalidad muchos le tomen por el oráculo de la ciencia y de la sabiduría.

Tiene un programa maravilloso en la tele, Redes, en el que habla con científicos de mentira, muy raros, que viven marginados de la sociedad y ocultos del FBI. Llevan camisas de franela y pelucas (y algunos bigote postizo). Y lo bueno es que, digan lo que digan, Punset nunca se desternilla en sus narices. Hace tiempo uno hablaba de que la tierra iba cayendo insoslayablemente hacia el sol (lo cual es obvio), evitándolo por ahora por su órbita elíptica de amagar y no dar, pero que cada año se acercaba no sé cuántos milímetros. Y que había un grupo de científicos a lo Bruce Willis que estaban pensando en cómo darle un zambombazo desde fuera para "enderezar" su fatal trayectoria un pelín.
El cachondo del Punset, imperturbable, le dijo muy serio:
-Ssssí... Losss cien...tíficos, ehh, se dividen ennnnn dosss gruposss, ehhh, los que piensannn alterar la, ehhh, trayec...toria de la Tierra, ehhh, y los que no.
No he oído algo tan divertido fuera de las Celebrities de La Hora Chanante.
Este tío es único.
Acaba de escribir un nuevo libro. Los vende como churros. Son amenos y divertidos, pero hay gente que se los toma muy en serio, como si fueran, ya digo, el oráculo de la ciencia.
Según él, la gente le para por la calle para pedirle consejo, y él les habla de paramecios. Una muchacha llorosa en el aeropuerto le pregunta si debe o no debe casarse, y él le dice que siga a su intuición. Lo ilustra hablando de neuronas, de ratas y de cangrejos.
Yo creo (vamos, estoy seguro) que se inventa los datos (o se los dan sus amigos huidos, los de camisa de leñador). Dice que ya sabemos que los mosquitos prefieren el color verde a la música de Mozart, o que los niños pigmeos sienten una gran afinidad por los múltiplos de tres, o que la cucaracha rubia es religiosa. Y nos lo creemos (porque nos da igual).
Y de ahí infiere, esta vez, de nuevo, que la intuición es mejor que la racionalidad. Esto es ya algo universal, una característica de nuestro tiempo milenarista, supersticioso y desesperado. Todo el mundo lo dice, todo el mundo abomina de la razón.
Está claro que la racionalidad tiene la necesidad de manejar datos precisos y opciones claras, y que la intuición es la única vía adecuada cuando los datos son confusos, escasos, o al revés, demasiados y desbordantes, y no se dejan analizar. El amor, la amistad, la alegría, no son racionales. Pero eso ya estaba en Aristóteles. Lo que pasa es que ahora nadie pierde ocasión ni oportunidad para desacreditar el pensamiento racional, y ya cansa tanta tontería.
Está de moda la inteligencia emocional, que considero importantísima, por supuesto, pero se la enfrenta en todo momento a la inteligencia racional para desacreditarla. Pregunta José Antonio Marina que quién es más inteligente: quien sabe resolver ecuaciones diferenciales o quien mantiene una vida feliz, plena, llena de amigos y de amor. Pues claro, Don José Antonio. Por supuesto. Estaría bueno. Pero yo prefiero que el avión que me aterroriza lo haya diseñado un ingeniero amargado, antipático y borde, pero que sepa muy bien lo de la aerodinámica. (Por cierto, Marina me parece un divulgador fantástico, pero en nuestro páramo, repito, estamos tan ayunos de todo que confundimos a los divulgadores con los creadores, y les rendimos un culto creo que excesivo).
Soy arquitecto. Muchos de los que leéis este blog también lo sois. Creo que ya está bien de atacar a la razón. Creo que la razón no es sólo hacer cubículos paralelepipédicos duros e inhumanos (que también). Creo que la razón hizo perfectos campos de concentración y perfectas cámaras de gas. Lo sé. Creo que la razón no es nuestra única arma. Por supuesto. Pero no por ello debemos tirarla a la basura. Para tomar medidas de un armario empotrado nos sirve. Aunque sólo sea para eso, conservémosla. Y para alzar la voz cuando veamos tantas tonterías también.