viernes, 31 de diciembre de 2010

Había una vez (toco tocoto tocó) un circooooo

Reflexión del último día del año: "Vivimos una época en la que sobran decibelios y estrépito; faltan gentes e ideas que iluminen y estorba tanto deslumbramiento". Lo dice hoy José Luis Sampedro en EL PAÍS. Pero él es optimista al fin y al cabo, y yo no sé lo que soy.
Un buen amigo mío, arquitecto a sueldo en una empresa importante, ha tenido el ¿privilegio? de trabajar en el pabellón-puente de Zaragoza, de la arquitecta iraní Zaha Hadid. Habla, indignado, de las imprecisiones del proyecto, y del escaso interés de la autora por la obra (fue una vez, con imposibles zapatos de tacón).



Creo que la arquitectura tiene que tener algo que trascienda la pura funcionalidad, la pura técnica y la pura economía. Algo que (por decirlo de alguna manera) nos haga soñar.
Con la pura racionalidad y funcionalidad no se explican ni la capilla de Ronchamp, ni la casa de la cascada ni el pabellón de Barcelona; ni ninguna obra arquitectónica que merezca la pena. La pura funcionalidad es la chabola de paredes de contrachapado y techo de chapa galvanizada o cartón kraft. (Algún día desarrollaré esa idea, por otra parte obvia).
El pabellón puente de Hadid es muy hermoso. Es excitante, impresionante. Es muy novedoso y tecnológico. Es optimista. Es elegante. Es circo.



Uno se siente sobreexcitado, hiperdeslumbrado. Y tal vez lo que le hiperdeslumbra no sea esta o aquella obra en concreto, sino el tiempo tan agotador en el que vive. Uno, que en su adolescencia llevaba singles y elepés a los guateques, se siente rebasado al saber que ahora puede llevar en un insignificante dispositivo dos mil horas de música "a la carta". Y uno se pregunta: "¿Para qué narices quiero llevar yo dos mil horas de música encima?".
Nuestra civilización es excitación y sorpresa, y sobreabundancia. Nuestra civilización está muy bien. Los que no damos la talla somos nosotros. Necesitamos que nos implanten en el cerebro un microprocesador matemático, un dispositivo de memoria RAM (mínimo 4 GB) y un disco duro de gran capacidad. Y, sobre todo, un acelerador de tiempo: Un procesador que nos haga escuchar y disfrutar dos mil horas de música y cuatrocientas sesenta películas en sólo quince minutos reales. Necesitamos un tiempo mental mucho más rápido que el tiempo biológico, para que nos dé tiempo a algo.
Mientras tanto, la arquitectura ya cumple esa función. Cada obra tiene seis, diez lecturas paralelas, abiertas y contradictorias. Cada obra hace el "más difícil todavía". Y todo el mundo está orgulloso de la dificultad. La empresa constructora que despotricaba de Zaha Hadid ahora muestra las fotos de la obra en sus calendarios, y ha editado libros y folletos para presumir. En el fondo, de lo que presumen es de lo buenos que son por saber hacer "esa cosa tan rara".
La arquitectura que se aprecia y se admira hoy es la que es capaz de hacer un imposible (un puente con un vano de tres kilómetros sin apoyos, un voladizo de treinta metros, o de cien, un rascacielos de mil plantas... o también un bloque de viviendas con forma de elefante, una biblioteca con forma de alcachofa, etc). Da igual. El caso es que sea sorprendente.
Lo malo es que ya nada nos sorprende. Estamos saturados de estímulos, de llamadas de atención, de subrayados, de gritos. Y pasamos de todo. Y al final buscamos un sitio íntimo donde tomar tranquilamente un café y leer La Isla del Tesoro.
Y todos estos arquitectos nos entusiasman, pero cada vez echamos más de menos a Jacobsen (por decir uno) o a De la Sota (por decir otro).
Feliz año dos mil once. Y ojalá lo vivamos con tiempo y marcando nosotros nuestro propio ritmo vital. Abrazos.

6 comentarios:

  1. Feliz año, amigo.

    Igual es que ese artefacto es eso...un artefacto. No tenía, ni tiene, función. Tal vez es arquitectura sin alma, porque los que decidieron hacerlo no tenían alma. Me pregunto si hubo concurso público (obligatorio para 25 kilos) y quien lo resolvió. Ciertamente....los Flintstones.

    Creo yo, y otorgo razón, es la locura que vivimos con gente artificial que tiene un alma confeccionada en 15 minutos con los datos explotados de un gabinete de sociólogos. Quien pillara ahora los 40 kilos que costó.

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  2. Este circo no es mas que el cambio de paradigma en el que estamos inmeros.
    A principio del siglo pasado pasaba lo mismo con el Movimiento Moderno, la gente desde su perspectiva racionalista no se explicaba el sentido de las propuestas.
    Decía Foucault en el año 70: "Qué es por tanto la filosofía -quiero decir la actividad filosófica- sino es la labor crítica del pensamiento sobre sí mismo. Y si no consiste, en vez de legitimar lo que ya se sabe, en tratar de saber cómo y hasta dónde puede ser posible pensar de otro modo"
    Lo mismo pasa con la arquitectura.
    Mándame un correo de prueba al blog a ver si funciona, te dejo la dirección: http://hipocorismoyvacio.blogspot.com/

    Es cierto que todo va más rápido y necesitamos la conversión total en ciborgs. O no.

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  3. Progra, tú me prestaste el libro de Fernando Broncano "La melancolía del ciborg". Imposible resumirlo en un par de líneas, pero sí, me siento melancólico, y siento que el hombre ya es muy ciborg, y lo tiene que ser aún más, y se va a sumir más y más en la melancolía. No me opongo al cambio (ya me he autocriticado muchas veces como "apocalíptico"), pero tampoco estoy lo que se dice feliz con todo esto.
    Alexandro: no sé si hubo concurso. Pero creo que, de haberlo, Hadid se habría llevado de calle el primer premio. (Como Nouvel en Toledo).

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  4. Eres un super ciborg melancólico y no me excluyo.
    Ahora el teclado de tu ordenador es una prolongación de tu cerebro.
    En la última revista de redes hay un artículo precioso sobre el cerebro.
    Para pensar hay que dejar la mente en blanco, no hay más.
    Estamos descolocados y lo mismo le pasa a la Hadid.
    ¿O no se nota?
    Un abrazo y gracias por el comentario.

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  5. No he visto el artículo de la revista Redes, pero pude asistir a una de las conferencias sobre el cerebro del ciclo de Navidad de la Academia de Ciencias (en la animada calle Valverde de Madrid). La última sesión consistía en una mesa redonda sobre "La Comunicación en la Ciencia", eufemismo de "¿Qué tenemos que hacer los científicos para conseguir salir en televisión en hora de máxima audiencia?. Queremos formar parte del circo"
    No sólo la arquitectura tiene que ser sorprendente, todo tiene que ser sorprendente. Pero, ojo!, no todo vale: tienen que ser sorpresas visuales e inmediatas, impactantes, mucho mejor si van acompañadas de estrépito. No importa que no quede nada tras el impacto, es más, mejor que no quede para que el siguiente flash pueda provocar otra sacudida.
    Esto no es nuevo, la diferencia con respecto al pasado es la capacidad técnica para provocar esas sacudidas en nuestro cerebro: se pueden hacer cosas más grandes, con formas más raras, iluminarlas con luces más brillantes, con más colores, y, sobre todo, más rápidamente. Lo que no ha cambiado ha sido el objetivo de las demostraciones.
    Por eso los (algunos) arquitectos siempre han sido los "niños bonitos" de los poderosos: les han dado pirámides, templos, anfiteatros, castillos, palacios, fábricas, autopistas, terminales de aeropuerto, museos de la ciencia... lo que hiciera falta para mostrar y aumentar su poder.

    En fin, se me ha vuelto a ir la mano.

    Yo sólo quería poner que estoy de acuerdo contigo en casi todo lo que dices y siempre en cómo lo cuentas.

    ... y desear Feliz 2011

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  6. Por estos y otros motivos de los que hablais... como dice Extremoduro en una de sus canciones "Cada día me doy más cuenta, estoy equivocao de planeta".

    A pasarlo lo mejor posible en este 2011.

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