A mi amigo y compañero de clases Miguel Barahona
Siempre me entero tarde de las cosas, y esta vez cuando digo tarde estoy diciendo unos cuarenta años tarde (y no me refiero a desde cuando ocurrió el hecho, sino desde cuando yo tuve la primera noticia de él).
Se trata de la casa experimental que se construyó Alvar Aalto en Muuratsalo (Finlandia) entre 1952 y 1953, y de la que ya hablé un poco aquí.
Siempre se ha dicho, y así lo he repetido yo, que Aalto construyó esta casa de vacaciones y fines de semana (junto a un lago y con un embarcadero para su barca Nemo propheta in patria(1)) para experimentar y sufrir el comportamiento de los distintos materiales ante las tremendas heladas nórdicas. Si miráis las fotos veréis ladrillos de distintos formatos y cochuras, piezas esmaltadas, pintadas, vitrificadas, etcétera. Una honradísima forma de padecer roturas y descascarillamientos en sus propias carnes antes de prescribir estos elementos a sus clientes.
Esa actitud me pareció siempre encomiable. Nos lo ha parecido a todos. Pero tiene que venir mi amigo y compañero de clases de Introducción a Proyectos Miguel Barahona, conocedor vasto y múltiple, a tirarme los palos del sombrajo.