Ayer, 30 de octubre, hubo una interesante charla de Juan Navarro Baldeweg en la Fundación Juan March de Madrid. Se tituló Autobiografía Intelectual. Le acompañó el historiador y crítico Francisco Calvo Serraller.
Este blog me mandó como corresponsal a la velada, pero con la cicatería que caracteriza a su administrador y editor, no me proveyó de aparatos de grabación, ni siquiera de una libreta y un boli. (No digo ya una moleskine y un montblanc: Un simple bloc con Homer Simpson en la portada y un bolígrafo de Repuestos Peláez me habrían valido).
Digo esto porque los argumentos de Navarro Baldeweg son sutiles, incluso evanescentes, y hay que tener cuidado y referirlos con precisión. Yo apenas diré de memoria las tres ideas de partida que dijo al principio de su discurso, y de las que sale todo lo demás. Esas ideas las diré tal como las entendí, simplificando y caricaturizando como suelo hacer; lo cual, si habitualmente es injusto, en este caso es especialmente desafortunado, porque Navarro hila muy fino.
Dijo que, puesto que se trataba de su Autobiografía Intelectual, hablaría de los temas que siempre le han obsesionado, y de cómo fueron surgiendo y transformándose a lo largo de su vida, y que de arquitectura hablaría, por tanto, muy poco. (Pero, tal como defiende este blog, estuvo hablando de arquitectura todo el tiempo, porque todo es arquitectura).
Proyectó en la pantalla el cuadro La Cagigona, del pintor cántabro Agustín de Riancho.
Y nos contó un episodio de cuando él tenía unos cuatro años de edad:
Estaba veraneando con su familia, y se internó en un bosque de robles, buscando y recogiendo bellotas, con las que hacía figuras y juguetitos. (Quiero pensar que no se perdió solo en el bosque, sino que tan solo se separó un poco de sus padres).
Con las bellotas en las manos, uniéndolas, relacionándolas, pensándolas, etc, se ensimismó. Se abstrajo de tal manera que durante un rato no sabía dónde estaba, o no le importaba, o, en definitiva, no estaba en ningún sitio. (Tal vez, seguro, sus padres le estaban viendo todo el tiempo, pero él estaba disuelto en el ambiente, fundido con la naturaleza, perdido en sí mismo y en el espacio unitario).
De prontó escuchó su nombre. Sus padres le llamaban y él se oyó llamar. De repente había oscurecido. De repente se había roto la unidad. Tuvo clara y vívida conciencia de que por una parte estaba él (despertó del hechizo, le llamaban, se sintió a sí mismo individualizado, sintió su cuerpo, tuvo nítida consciencia de sí) y por otra parte estaba lo otro (el bosque de robles, la oscuridad, el espacio, "el mundo").
Dijo que aún sentía ese momento y esa sensación, y que el arte, y en definitiva toda su trayectoria, era un intento de recuperar esa fusión con el mundo, ese ensimismamiento en la naturaleza, esa integración que borra los límites propios y la propia conciencia.
Eso explica todo su afán disperso, sus variadas actividades, sus instalaciones, sus displays, su arquitectura y su pensamiento: El arte como necesidad de disolución del yo en lo otro.
Después puso en la pantalla la acuarela Casting 'A Rise', de Winslow Homer.
Y nos habló de su relación con la naturaleza, de la pesca, de que su madre pescó hasta muy mayor... Y de que en esta acuarela el pescador está lanzando el hilo (que da una sacudida como un latigazo en el centro del cuadro).
Nos dijo que uno lanza el hilo y espera a que un pez pique, y que entonces el pescador siente que hay otra vida al otro extremo del hilo, y se siente unido y comunicado con ella.
Un pescador en un extremo de la caña, y un pez al otro extremo. Una vibración de vida a cada lado, y una unión inefable.
Y nos dijo que sentía que el arte era justo eso: Lanzar la caña, lanzar la obra, lanzar las preguntas... esperando sentir lo que hay al otro lado. (También aquí el arte se ve como lo que sirve para unir el yo con lo otro).
Hay en esta visión un afán de trascendentalismo y de metafísica. El arte sirve para conocer la naturaleza y para interactuar con ella. Sirve para comprender el universo.
miércoles, 31 de octubre de 2012
lunes, 29 de octubre de 2012
Pasión por la arquitectura
Como ya anuncié en este blog, la semana pasada, dentro de los actos de la V Semana de la Arquitectura, tuvo lugar el tradicional "Arquitectos 30", en el que intervine.
"Actuó" primero el estudio de arquitectura y diseño Despacho Coupé, que nos mostró sus obras. Constaté una vez más que la arquitectura se hace gratis. Es decir: que el trabajo que se pone en ello, las horas y horas que se emplean en perfeccionar el meticuloso diseño, no tienen nada que ver con la envergadura del encargo ni con los honorarios que se perciben por ello. Uno se envicia a trabajar y no repara en nada más.
Después me tocó a mí, y conté casi exactamente lo que ya dije el otro día, mostrando la foto de los tres lectores en medio del desastre y hablando de la pasión por la arquitectura. Aunque dije lo mismo que ya había escrito en el blog no me sentí repetitivo ni cansino, sino que disfruté de la sensación de hablar con pasión y de la de ser escuchado también con pasión. Sentí que había comunicación, y que un tema en principio tan triste (qué estamos haciendo en medio de este páramo) servía para proclamar nuestra emoción. Me sentí muy bien, y, sin ánimo de presumir, el público también se sintió muy a gusto conmigo. (Lo veía en sus caras, y luego me lo dijeron). No lo digo por presumir (bueno, quizá, tal vez un poquitín), sino porque siento que estamos muy unidos en esto, y que nos entendemos muy bien.
Luego habló Emilio Sánchez Bonilla, que mostró algunas de sus obras y proyectos y también habló del ser arquitecto y del oficio de la arquitectura.
Los últimos en hablar fueron dos miembros de n'UNDO, que propusieron otra manera de hacer arquitectura, a base de reutilizar lo ya construido, y de minimizar o incluso desmantelar lo construido inútil, excesivo o mal planteado. El problema no es si tal edificio es bonito, sino si es necesario. Ni que decir tiene que con la que tenemos encima su planteamiento provocativo y lúcido nos interesó a todos.
Al terminar las exposiciones de los ponentes surgió el debate entre todos los asistentes, y ocurrió de una manera muy natural y agradable. A la mesa que preside la sala habíamos ido saliendo por turno, y al terminar nos habíamos vuelto a sentar entre los asistentes, de manera que al comenzar el debate no había nadie "presidiendo" la reunión, sino que hablábamos de butaca en butaca, girándonos si hacía falta para vernos las caras. Esto parecerá una tontería, pero fue todo muy espontáneo y agradable. Los más cañeros, naturalmente, eran los n'UNDO, pero tampoco acapararon el protagonismo, y estuvo muy bien que dialogáramos totalmente desinhibidos sobre la arquitectura con puntos de vista muy diferentes, pero que sintonizaban.
Lo que decía el otro día: Ahora que no tenemos arquitectura que llevarnos a la boca, llenémonos la boca con ella.
Va a haber más charlas, más citas, más reuniones. Me preguntaron si me apetecería colaborar. Eso ni se pregunta: Yo me apunto a un bombardeo.
"Actuó" primero el estudio de arquitectura y diseño Despacho Coupé, que nos mostró sus obras. Constaté una vez más que la arquitectura se hace gratis. Es decir: que el trabajo que se pone en ello, las horas y horas que se emplean en perfeccionar el meticuloso diseño, no tienen nada que ver con la envergadura del encargo ni con los honorarios que se perciben por ello. Uno se envicia a trabajar y no repara en nada más.
Después me tocó a mí, y conté casi exactamente lo que ya dije el otro día, mostrando la foto de los tres lectores en medio del desastre y hablando de la pasión por la arquitectura. Aunque dije lo mismo que ya había escrito en el blog no me sentí repetitivo ni cansino, sino que disfruté de la sensación de hablar con pasión y de la de ser escuchado también con pasión. Sentí que había comunicación, y que un tema en principio tan triste (qué estamos haciendo en medio de este páramo) servía para proclamar nuestra emoción. Me sentí muy bien, y, sin ánimo de presumir, el público también se sintió muy a gusto conmigo. (Lo veía en sus caras, y luego me lo dijeron). No lo digo por presumir (bueno, quizá, tal vez un poquitín), sino porque siento que estamos muy unidos en esto, y que nos entendemos muy bien.
Luego habló Emilio Sánchez Bonilla, que mostró algunas de sus obras y proyectos y también habló del ser arquitecto y del oficio de la arquitectura.
Los últimos en hablar fueron dos miembros de n'UNDO, que propusieron otra manera de hacer arquitectura, a base de reutilizar lo ya construido, y de minimizar o incluso desmantelar lo construido inútil, excesivo o mal planteado. El problema no es si tal edificio es bonito, sino si es necesario. Ni que decir tiene que con la que tenemos encima su planteamiento provocativo y lúcido nos interesó a todos.
Al terminar las exposiciones de los ponentes surgió el debate entre todos los asistentes, y ocurrió de una manera muy natural y agradable. A la mesa que preside la sala habíamos ido saliendo por turno, y al terminar nos habíamos vuelto a sentar entre los asistentes, de manera que al comenzar el debate no había nadie "presidiendo" la reunión, sino que hablábamos de butaca en butaca, girándonos si hacía falta para vernos las caras. Esto parecerá una tontería, pero fue todo muy espontáneo y agradable. Los más cañeros, naturalmente, eran los n'UNDO, pero tampoco acapararon el protagonismo, y estuvo muy bien que dialogáramos totalmente desinhibidos sobre la arquitectura con puntos de vista muy diferentes, pero que sintonizaban.
Lo que decía el otro día: Ahora que no tenemos arquitectura que llevarnos a la boca, llenémonos la boca con ella.
Va a haber más charlas, más citas, más reuniones. Me preguntaron si me apetecería colaborar. Eso ni se pregunta: Yo me apunto a un bombardeo.
domingo, 21 de octubre de 2012
Premio Dardos
Este blog mío no hace más que darme alegrías, y la última ha sido la de recibir el Premio Dardos.
Este premio reconoce la dedicación, la creatividad y el esfuerzo de mantener un blog. (No se lo digáis a nadie, no sea que me lo quiten, pero para mí no supone ningún esfuerzo. Es, por el contrario, una necesidad y un verdadero placer y privilegio ponerme a contar mis chorradas y teneros a vosotros. Muchas gracias; y guardadme el secreto).
Este premio lo conceden compañeros blogueros, y eso es aún más emocionante. Personas a las que no conozco "desvirtualmente" (o sea, en el "mundo 1.0"), pero que en el "mundo 2.0" se han convertido en grandes amigos y maestros míos.
Les agradezco sincera y muy afectuosamente a (por orden alfabético):
Acafeole (dígase o escríbase también A café olé, acafeolé o Elena Acafeolé). Mi guía en muchos de los recovecos tan inciertos para mí de este mundo virtual. Activísima en twitter, siempre positiva, y con un blog muy poético, muy bien escrito y muy inteligente. Hay que leerlo y seguirlo.
CCAD Blog del arquitecto Daniel Moyano. Un blog muy profesional, muy lúcido y muy activo, al que hay que seguir y del que siempre se aprende.
DG Arquitecto Valencia Blog del arquitecto Daniel González López, un profesional en la brega diaria y enamorado de la arquitectura. Un blog que va de lo más cotidiano, práctico y a ras de suelo hasta lo más sublime y emocionante. Con los pies en el suelo, pero con la mirada en las estrellas.
Al aceptar el premio tengo que hacer tres cosas:
1.- Poner el logo del premio. (Lo he hecho, lo primero de todo, y con mucho gusto).
2.- Agradecer a quienes me han elegido. (Lo acabo de hacer, pero no porque fuera obligatorio, sino por puro placer y elemental gratitud).
3.- Y lo peor: Elegir a quién doy mis Premios Dardo (y no porque no sea un verdadero placer mencionar a quienes menciono, sino por los que me dejo).
viernes, 12 de octubre de 2012
En medio del desastre
El próximo lunes 22 de octubre, entre las seis y las nueve de la tarde-noche, se celebra un acto en la Demarcación de Toledo del COACM. Se titula Arquitectos 30-30 e intervengo yo, con otros compañeros.
Sí. Es ya una tradición en Toledo que jóvenes arquitectos cuenten sus experiencias. Lo de 30-30 en principio quería decir que arquitectos de hasta 30 años hablaran durante 30 minutos. A pesar de todo, parece ser que lo de la edad no es imprescindible, y me han dejado entrar. Por otra parte los logos ya estaban hechos y además "Arquitectos 52-30" no quedaba bien. Así que paso como joven arquitecto, ya veis. Me estoy tiñendo el pelo y poniéndome botox, pero lo mejor va a ser que se presente mi hijo Diego por mí. Tenemos diez días para ensayar la charla.
Se trata de hablar, ya sea para mostrar alguna obra reciente o, sobre todo en estos tiempos, contar experiencias alternativas que puedan servir de guía o de reflexión para otros compañeros.
Yo voy a hablar de este blog. (Bueno, y de más cosas, pero en relación con esto).
Me dijeron que estupendo, que era muy interesante que les explicara a mis compañeros mis experiencias en el mundo 2.0: Cómo va la cosa en Facebook, en Linkedin, en Twitter... Cómo hacerse un blog, una página web... Todo encaminado a que un posible cliente nos localice y nos conozca. Todo encaminado a crearnos una imagen pública y a "posicionarnos" (mátame, camión) en la red.
Es un tema muy interesante, pero no es mi tema.
Tengo blog, tengo perfil en Twitter, en Facebook y en Linkedin, y todo ello es solo para dar la brasa y ser un bocazas. No me sirve para nada práctico (para que me encarguen un proyecto o me contrate una empresa), sino solo para algo práctico (para no morirme, para poder sentir algún respeto por mí mismo, para reírme y para ser persona).
No puedo seguir hablando de esto sin poner antes una foto:
Está tomada en la Holland House de Londres en septiembre de 1940, el día siguiente a un bombardeo de la Luftwaffe.
Esas tres personas no están rapiñando libros. (A lo mejor al final se llevaron alguno a casa. Yo lo habría hecho, aunque solo fuera para salvarlos). No están poseídos por el espíritu de la guerra, del sálvese quien pueda. No. Son lectores. Son ciudadanos cívicos (valga la redundancia). Al menos durante esos minutos no están en la guerra, sino en el mundo civilizado de la cultura. El del fondo tiene un libro en las manos y lo lee con atención, otro está pasando el dedo por los lomos de varios, tal vez a punto de sacar uno, y el de la derecha aún está explorando los títulos. Están en paz, en absoluta paz.
No sucumben al pánico ni al latrocinio. Están en una actitud inconcebible en ese ambiente, y por eso la foto es tan impresionante.
Así me siento yo con este blog.
Sí. Es ya una tradición en Toledo que jóvenes arquitectos cuenten sus experiencias. Lo de 30-30 en principio quería decir que arquitectos de hasta 30 años hablaran durante 30 minutos. A pesar de todo, parece ser que lo de la edad no es imprescindible, y me han dejado entrar. Por otra parte los logos ya estaban hechos y además "Arquitectos 52-30" no quedaba bien. Así que paso como joven arquitecto, ya veis. Me estoy tiñendo el pelo y poniéndome botox, pero lo mejor va a ser que se presente mi hijo Diego por mí. Tenemos diez días para ensayar la charla.
Se trata de hablar, ya sea para mostrar alguna obra reciente o, sobre todo en estos tiempos, contar experiencias alternativas que puedan servir de guía o de reflexión para otros compañeros.
Yo voy a hablar de este blog. (Bueno, y de más cosas, pero en relación con esto).
Me dijeron que estupendo, que era muy interesante que les explicara a mis compañeros mis experiencias en el mundo 2.0: Cómo va la cosa en Facebook, en Linkedin, en Twitter... Cómo hacerse un blog, una página web... Todo encaminado a que un posible cliente nos localice y nos conozca. Todo encaminado a crearnos una imagen pública y a "posicionarnos" (mátame, camión) en la red.
Es un tema muy interesante, pero no es mi tema.
Tengo blog, tengo perfil en Twitter, en Facebook y en Linkedin, y todo ello es solo para dar la brasa y ser un bocazas. No me sirve para nada práctico (para que me encarguen un proyecto o me contrate una empresa), sino solo para algo práctico (para no morirme, para poder sentir algún respeto por mí mismo, para reírme y para ser persona).
No puedo seguir hablando de esto sin poner antes una foto:
Está tomada en la Holland House de Londres en septiembre de 1940, el día siguiente a un bombardeo de la Luftwaffe.
Esas tres personas no están rapiñando libros. (A lo mejor al final se llevaron alguno a casa. Yo lo habría hecho, aunque solo fuera para salvarlos). No están poseídos por el espíritu de la guerra, del sálvese quien pueda. No. Son lectores. Son ciudadanos cívicos (valga la redundancia). Al menos durante esos minutos no están en la guerra, sino en el mundo civilizado de la cultura. El del fondo tiene un libro en las manos y lo lee con atención, otro está pasando el dedo por los lomos de varios, tal vez a punto de sacar uno, y el de la derecha aún está explorando los títulos. Están en paz, en absoluta paz.
No sucumben al pánico ni al latrocinio. Están en una actitud inconcebible en ese ambiente, y por eso la foto es tan impresionante.
Así me siento yo con este blog.
miércoles, 10 de octubre de 2012
Una casa de Frank Lloyd Raíz
¿Os suena esta casa?
Sale en una película muy famosa.
Vamos a verla más de cerca (de todas formas, si clicáis las imágenes las veréis más grandes):
Creo que sí, que ya la habréis reconocido.
Sale en una película que se iba a llamar El Hombre en la Nariz de Lincoln. De verdad. Lo juro. (Sí, vuelvo a hablar de otra película con Lincoln en el título). Durante el rodaje tenía un título en borrador, un título falso, de mentira, que no gustaba a nadie: North by Northwest. Al final se quedó con ese. En España se tituló Con la Muerte en los Talones.
La primera vez que la vi (soy tan mayor que la vi en un cine; en un cine de pueblo al que llegaban las películas con años de retraso, pero aun así) no me gustó. No me pareció nada creíble (y no lo es en absoluto) y, sobre todo, siempre me han repateado los malos de Tintin, que le atrapan, se lo llevan a una casa, le atan a una silla, dejan un grifo goteando y se van, dejándole solo, con la estúpida pretensión de que la gota vaya haciendo subir muy lentamente el nivel de un vaso, que cuando llegue a cierto punto hará caer una vela, que quemará una cuerda que... que al final Tintin se escapa. Tío, pégale cuatro tiros y ya está. Pasa exactamente lo mismo en la primera de Indiana Jones, cuando le agarran y le meten en el foso de las serpientes, y le dejan que se apañe. Pues se apaña. Claro que se apaña. ¿Por qué no le habéis metido cuatro tiros, so tontos?
No me gusta que los malos sean tan estúpidos, y lo de la avioneta sobre el maizal es de escándalo. ¿Queréis saber qué habría hecho yo con Cary Grant desde la avioneta? Y muchas otras cosas. Una cadena de despropósitos.
Pero volví a verla, y volví a verla, y volví a verla, y cada vez me gusta más. El cine crea iconos y mitos, y lo de la avioneta sobre el maizal es las dos cosas. (¿Qué serie de dibujos animados no la ha parodiado? Esa es la prueba de que la escena ha entrado en el imaginario colectivo).
Y esta película no tiene solo esa escena. Tiene muchísimas. (Por ejemplo, me entusiasma la subasta, con las pujas disparatadas de Cary Grant).
Bueno, me he ido completamente de lo que quería contar. Y no quiero suprimir esta digresión (lo que comenté el otro día sobre quitar lo que sobra. ¿Quién se atreve? Yo no puedo).
Retomemos el hilo: La casa tiene un aire wrightiano muy claro. Pero conozco bien la obra de Frank Lloyd Wright y esta casa no me suena. (¿Y a vosotros?).
Podría ser obra de cualquier arquitecto wrightiano: tanto de los alegres muchachos de Taliesin como de algún ex discípulo independizado de la comunidad pero siempre dependiente del estilo.
¿Está la vivienda en el Monte Rushmore, como aparece en la película? ¿Su arquitecto es realmente Frank Lloyd Wright? ¿Hacemos una quedada para ir a verla?
Pues va a ser que no. La casa no está ni en el Monte Rushmore ni en ningún sitio porque nunca existió. No es una obra de Frank Lloyd Wright, sino de Frank Lloyd Raíz.
A lo largo de toda la película salen unos cuantos ambientes arquitectónicos muy representativos y muy "vistosos". De alguna forma sirven para caracterizar a los sofisticados personajes, y están elegidos con mimo y mucha intención. La guinda de todos ellos tenía que ser la casa del malo.
Sale en una película muy famosa.
Vamos a verla más de cerca (de todas formas, si clicáis las imágenes las veréis más grandes):
Creo que sí, que ya la habréis reconocido.
Sale en una película que se iba a llamar El Hombre en la Nariz de Lincoln. De verdad. Lo juro. (Sí, vuelvo a hablar de otra película con Lincoln en el título). Durante el rodaje tenía un título en borrador, un título falso, de mentira, que no gustaba a nadie: North by Northwest. Al final se quedó con ese. En España se tituló Con la Muerte en los Talones.
La primera vez que la vi (soy tan mayor que la vi en un cine; en un cine de pueblo al que llegaban las películas con años de retraso, pero aun así) no me gustó. No me pareció nada creíble (y no lo es en absoluto) y, sobre todo, siempre me han repateado los malos de Tintin, que le atrapan, se lo llevan a una casa, le atan a una silla, dejan un grifo goteando y se van, dejándole solo, con la estúpida pretensión de que la gota vaya haciendo subir muy lentamente el nivel de un vaso, que cuando llegue a cierto punto hará caer una vela, que quemará una cuerda que... que al final Tintin se escapa. Tío, pégale cuatro tiros y ya está. Pasa exactamente lo mismo en la primera de Indiana Jones, cuando le agarran y le meten en el foso de las serpientes, y le dejan que se apañe. Pues se apaña. Claro que se apaña. ¿Por qué no le habéis metido cuatro tiros, so tontos?
No me gusta que los malos sean tan estúpidos, y lo de la avioneta sobre el maizal es de escándalo. ¿Queréis saber qué habría hecho yo con Cary Grant desde la avioneta? Y muchas otras cosas. Una cadena de despropósitos.
Pero volví a verla, y volví a verla, y volví a verla, y cada vez me gusta más. El cine crea iconos y mitos, y lo de la avioneta sobre el maizal es las dos cosas. (¿Qué serie de dibujos animados no la ha parodiado? Esa es la prueba de que la escena ha entrado en el imaginario colectivo).
Y esta película no tiene solo esa escena. Tiene muchísimas. (Por ejemplo, me entusiasma la subasta, con las pujas disparatadas de Cary Grant).
Bueno, me he ido completamente de lo que quería contar. Y no quiero suprimir esta digresión (lo que comenté el otro día sobre quitar lo que sobra. ¿Quién se atreve? Yo no puedo).
Retomemos el hilo: La casa tiene un aire wrightiano muy claro. Pero conozco bien la obra de Frank Lloyd Wright y esta casa no me suena. (¿Y a vosotros?).
Podría ser obra de cualquier arquitecto wrightiano: tanto de los alegres muchachos de Taliesin como de algún ex discípulo independizado de la comunidad pero siempre dependiente del estilo.
¿Está la vivienda en el Monte Rushmore, como aparece en la película? ¿Su arquitecto es realmente Frank Lloyd Wright? ¿Hacemos una quedada para ir a verla?
Pues va a ser que no. La casa no está ni en el Monte Rushmore ni en ningún sitio porque nunca existió. No es una obra de Frank Lloyd Wright, sino de Frank Lloyd Raíz.
Captura de pantalla de la serie de televisión Mad Men
facilitada por la eximia twittera @unbreakmypants
(Seguidla. Es un buen consejo que me agradeceréis)
Loor al subtitulador, y al corrector automático, que ha puesto hasta la tilde.
(La línea anterior es fruto de mi ignorancia, como de costumbre.
No la suprimo para que quede ahí, para mi oprobio.
Leed, por favor, el comentario de Adrián García Buey).
Loor al subtitulador, y al corrector automático, que ha puesto hasta la tilde.
(La línea anterior es fruto de mi ignorancia, como de costumbre.
No la suprimo para que quede ahí, para mi oprobio.
Leed, por favor, el comentario de Adrián García Buey).
A lo largo de toda la película salen unos cuantos ambientes arquitectónicos muy representativos y muy "vistosos". De alguna forma sirven para caracterizar a los sofisticados personajes, y están elegidos con mimo y mucha intención. La guinda de todos ellos tenía que ser la casa del malo.
domingo, 7 de octubre de 2012
La choricera de Segovia
Hace poco dediqué una entrada de este blog a Curro Inza, y apenas mencioné su obra maestra. Lo hice voluntariamente para poder dedicarle una entrada a ella sola, que se la merece.
Se trata de la Fábrica de Embutidos Postigo, El Acueducto, Campofrío... Ha tenido muchos nombres, según han ido vendiéndose o absorbiéndose las empresas cárnicas que la explotaban, pero en Segovia todo el mundo la ha conocido siempre como "La Choricera", y así prefiero llamarla yo aquí.
Tras problemas económicos cada vez más serios, fue cerrada finalmente en 2009. Por otra parte, leo que se la pretende proteger y honrar como merece. No sé en qué situación se hallará ahora mismo. Ojalá, incluso con esta horrible crisis que padecemos, sea capaz de resurgir.
El proyecto es de 1963. Lo hicieron Inza y Heliodoro Dols, arquitecto a quien, confieso, no conocía, y cuyo enlace apresurado acabo de poner. (Prometo estudiar sus obras con atención). Al parecer, en la dirección de la obra no estuvo Dols. La obra se terminó en 1966. Está a la entrada de Segovia, a la izquierda viniendo desde San Rafael.
Lo conté la otra vez, pero lo repito. Yo nunca había oído hablar de Curro Inza, y fue en un documental de la 2 (los famosos documentales de la 2) donde vi la cubierta ondulada, exagerada, dispartada del edificio y pensé que había visto pocos más feos en mi vida, pero no podía cambiar de canal ni apartar la vista de todo aquello. Era fascinante.
La garita del vigilante de la entrada, el vestíbulo, la escalera... Todo tan desproporcionado, tan cabezón, tan fuerte, tan tremendo. Ese raro gusto expresionista, qué sé yo: expresionista castellano, orgánico-brutalista. Lo que queráis. Como una imagen de ciencia ficción dura y terrible. Seca, desasosegadora, árida.
Inza y Dols son absolutamente funcionalistas en sus explicaciones de por qué hicieron las cosas así. O sea, escudan su expresionismo diciendo que no es (solo) un capricho, sino que todo responde a un programa (muy complejo) y a una utilidad.
Es cierto, pero ese programa y esas funciones no exigían obligatoriamente esas formas, en absoluto, sino que estas eran unas de tantas (de tantísimas) que podían servir. El caso, en resumen, es que sirven perfectamente, y que cuando un arquitecto responde correctamente a las solicitaciones funcionales hay que dejarle que se dé una alegría. Se la ha ganado.
(Toda la arquitectura, sea del estilo que sea y tenga los principios formales que tenga, tiene que resolver las funciones, y esta obra las resuelve. Así que misión cumplida. De hecho, los problemas que han desembocado en su cierre no han tenido nada que ver con su funcionamiento como edificación e instalación, que durante más de cuarenta años ha dado cumplida respuesta a lo que se le pidió. Fue ampliada una década después, pero la obra original siguió funcionando perfectamente).
Por ejemplo, la torre de seis plantas es el secadero de embutidos. Está orientada a los vientos dominantes y cumple todo lo que tenía que cumplir. ¿Pero tenía que ser así?
Se trata de la Fábrica de Embutidos Postigo, El Acueducto, Campofrío... Ha tenido muchos nombres, según han ido vendiéndose o absorbiéndose las empresas cárnicas que la explotaban, pero en Segovia todo el mundo la ha conocido siempre como "La Choricera", y así prefiero llamarla yo aquí.
Tras problemas económicos cada vez más serios, fue cerrada finalmente en 2009. Por otra parte, leo que se la pretende proteger y honrar como merece. No sé en qué situación se hallará ahora mismo. Ojalá, incluso con esta horrible crisis que padecemos, sea capaz de resurgir.
El proyecto es de 1963. Lo hicieron Inza y Heliodoro Dols, arquitecto a quien, confieso, no conocía, y cuyo enlace apresurado acabo de poner. (Prometo estudiar sus obras con atención). Al parecer, en la dirección de la obra no estuvo Dols. La obra se terminó en 1966. Está a la entrada de Segovia, a la izquierda viniendo desde San Rafael.
Lo conté la otra vez, pero lo repito. Yo nunca había oído hablar de Curro Inza, y fue en un documental de la 2 (los famosos documentales de la 2) donde vi la cubierta ondulada, exagerada, dispartada del edificio y pensé que había visto pocos más feos en mi vida, pero no podía cambiar de canal ni apartar la vista de todo aquello. Era fascinante.
La garita del vigilante de la entrada, el vestíbulo, la escalera... Todo tan desproporcionado, tan cabezón, tan fuerte, tan tremendo. Ese raro gusto expresionista, qué sé yo: expresionista castellano, orgánico-brutalista. Lo que queráis. Como una imagen de ciencia ficción dura y terrible. Seca, desasosegadora, árida.
Es cierto, pero ese programa y esas funciones no exigían obligatoriamente esas formas, en absoluto, sino que estas eran unas de tantas (de tantísimas) que podían servir. El caso, en resumen, es que sirven perfectamente, y que cuando un arquitecto responde correctamente a las solicitaciones funcionales hay que dejarle que se dé una alegría. Se la ha ganado.
(Toda la arquitectura, sea del estilo que sea y tenga los principios formales que tenga, tiene que resolver las funciones, y esta obra las resuelve. Así que misión cumplida. De hecho, los problemas que han desembocado en su cierre no han tenido nada que ver con su funcionamiento como edificación e instalación, que durante más de cuarenta años ha dado cumplida respuesta a lo que se le pidió. Fue ampliada una década después, pero la obra original siguió funcionando perfectamente).
Por ejemplo, la torre de seis plantas es el secadero de embutidos. Está orientada a los vientos dominantes y cumple todo lo que tenía que cumplir. ¿Pero tenía que ser así?